Sudán sumó tres días de protestas contra el golpe de Estado, mismas que fueron disueltas por el ejército con gases lacrimógenos, mientras continúan las detenciones de opositores. En diversos puntos del país, manifestantes bloquearon las calles con barricadas, que fueron derribadas por las fuerzas de seguridad. Se reportan al menos cuatro muertos y decenas de heridos. En la capital, Jartum, los comercios fueron cerrados como parte de una campaña de desobediencia civil. Se reportó que el primer ministro depuesto, Abdalá Hamdok, volvió a arresto domiciliario. En el extranjero, la Unión Africana y el Banco Mundial incrementaron su presión sobre el ejército: la primera suspendió a Sudán de sus instituciones y el segundo cesó su ayuda, vital para ese país empobrecido, minado por los conflictos y con una difícil situación económica.
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