Estados Unidos celebra el tradicional “Día de Acción de Gracias”, fecha que reúne a las familias, sin importar su religión.
La creencia popular dice que es para celebrar la primera cosecha de los colonos ingleses.
En 1863, el presidente Abraham Lincoln, la proclamó fiesta nacional, y se festeja el último jueves de noviembre.
Para sentarse en la mesa familiar, este año, más de 53 millones de personas se desplazaron en tren, avión o por carretera hacia sus lugares de origen.
El pavo asado y el puré de papa no pueden faltar. Por lo que los bancos de alimentos y grupos de beneficencia regalan estos alimentos a las personas sin recursos económicos. Un día después, las tiendas departamentales ofrecen descuentos durante el black friday, que marca la jornada de mayor actividad comercial del año y el inicio de las compras navideñas.
Origen
Es creencia popular que su tradición remonta al año 1621, cuando los primeros colonos ingleses en América del Norte se reunieron para celebrar su primera cosecha y dar gracias a Dios.
En esa celebración en Plymouth aparecieron unos indios Wampanoag que comieron y bebieron junto a los colonos.
Pero como todos los mitos fundacionales, muy pocas de estas cosas son verdad, y la fiesta tal como ahora se conoce data más bien del siglo XIX.
El Día de Acción de Gracias se celebraba en fechas distintas del otoño según los estados, y su proclamación como fiesta nacional estadounidense a celebrarse el último jueves de cada noviembre se debe a Abraham Lincoln en 1863.
Aunque la proclamación se hizo durante la Guerra de Secesión y pudo haber sido un fracaso entre los rebeldes sureños, pronto se convirtió en una de las fiestas compartidas por todos los americanos.
Celebración laica
Al contrario que la Navidad, la otra gran fiesta seguida en Estados Unidos como en todo el mundo de cultura cristiana, el Día de Acción de Gracias tiene un carácter transversal a todas las religiones que se practican en el país.
La celebran cristianos de todas las tendencias, judíos, musulmanes y aun laicos o ateos.
No hay en ese día ninguna ceremonia religiosa asociada a la fiesta.
Pavo en la mesa
Es casi obligatorio que cada familia coma, al final de la tarde, un pavo asado, acompañado de puré de patata, salsa de arándanos rojos y pastel de calabaza.
Todos los supermercados del país ofertan pavos para la ocasión, y este año se calcula que se matarán 46 millones de animales.
En la semana previa a la fiesta, el presidente del país “indulta” a un pavo al que presenta en sociedad en un acto televisado, y al afortunado se lo “bautiza” con un nombre.
Algunos políticos de carácter más populista regalan en esta fiesta decenas de pavos entre sus electores para asegurarse su fidelidad.
Actos de beneficencia
En los últimos años, se han popularizado los actos de beneficencia con ocasión de la fiesta, y hay personas que dedican unas horas de ese día para acompañar a los más necesitados y servir comidas calientes en albergues donde viven personas sin hogar.
Algunos no dejan de aprovechar la ocasión para dar oportuna publicidad a sus actos caritativos, y así es habitual ver a políticos, artistas o deportistas famosos retratándose en ese momento benéfico.
Hay quien ejerce la caridad no con personas sino con animales, en un país donde el cuidado de animales domésticos es casi una religión.