Internacional

El Once ha podido retratar los acontecimientos durante la invasión rusa en Ucrania

En este conflicto, en el que han muerto según cifras de la ONU, 2 mil 665 civiles y hay 3 mil 53 heridos, se tienen historias de héroes, personas comunes que devuelven la fe en la humanidad

La guerra es un mundo y no un suceso.

“Alrededor de las 5 de la mañana de ese día un misil impactó el escudo de la defensa ucraniana, y una parte de ese misil cayó en este lugar”, dijo el ciudadano ucraniano Oleg.

Un mundo habitado por la barbarie.

“Arrasaron con todo lo que encontraron. Del otro lado de la calle había una trinchera en la calle, esperaban a que alguien saliera por comida y le disparaban. Aquí llegaron y lanzaron proyectiles y granadas”, Dymitro, habitante de Bucha.

“En la primera fosa encontramos 45 cuerpos”, Anton Heraschenko, del ministerio de Asuntos Interiores en Ucrania.

Un mundo donde, entre los sobrevivientes, está el amor a la vida.

“No estoy preocupado por lo material porque pude salir a tiempo. Estoy triste porque mis gatos murieron, por supuesto. Pero me siento un hombre afortunado porque estoy vivo”, agregó Oleg.

Días después de que las tropas rusas dejaron el centro de Ucrania. El Once viajo a Kiev y sus alrededores para documentar el horror de la ocupación.

En la comunidad de Hostomel, que se encuentra a unos 30 kilómetros de la capital de Kiev, la táctica fue la siguiente. Primero las tropas rusas bombardearon el aeropuerto y después aproximadamente 8 tanques como el que se encuentra a mis espaldas ingresaron a la comunidad para arrasar con todo, tanto establecimientos como hogares. Fue un ataque deliberadamente contra civiles.

En Hostomel, las autoridades reportan la desaparición de 400 habitantes durante 35 días de ocupación. Día a día se encuentran fosas y cuerpos.

“Llegaron y empezaron a tirar puertas u ventanas con los tanques y nos preguntaban si teníamos hombres ucranianos escondidos. Conforme pasaron los días, venían a buscar comida o lo que se les antojara”, Lunda, habitante de Hostomel.

Bucha es una escena de crimen.

Mientras las autoridades trabajan en identificar los casi 350 restos que se encontraron en las calles y las fosas, la gente lucha con el recuerdo de la ocupación.

“Muchos de Bucha decidimos traer a nuestros familiares porque los cuerpos que estaban en las calles ya comenzaban a oler mal y fue el lugar donde los rusos nos permitieron enterrarlos. Es horrible”, Bogdad, habitante de Bucha.

Llegamos a Borodyanka, emblema de la devastación. El 90% de los edificios ya no existen.

Y entre los escombros emergen las historias de padres y madres buscando a sus hijos.

“Mi hijo vivía en ese edificio. El día del bombardeo, en la mañana, mi hijo estaba en el piso 7. En la última llamada que tuvimos me dijo: “papá, nos han dicho que lo rusos vienen en camino”. Después de eso, la historia de los vecinos es que varios, incluido él, se bajaron al sótano. Después de eso un avión llegó y bombardeó, primero un edifico, después el otro, y la conexión se perdió”, Vatiska, vecino de Bodoryanka.

En Chernigov, cuyo infortunio es estar a 70 kilómetros de la frontera con Rusia y Bielorrusia, las historias de dolor y supervivencia son similares.

Lenit se salvó cuando decidió dejar la fila para comprar pan.

“Cuando me di cuenta a unos metros de mi había caído un misil, aproximadamente 14 personas murieron. Alcance a varios que estaban conmigo en la fila, fui a tomarles el pulso, ver si podía ayudarles pero nadie estaba con vida”, Lenit, habitante de Chernigiv.

En este conflicto, en el que han muerto según cifras de la ONU, 2 mil 665 civiles y hay 3 mil 53 heridos, se tienen historias de héroes, personas comunes que devuelven la fe en la humanidad.

Como la del joven pizzero de Chernigov que durante el mes de ocupación regaló comida a sus vecinos.

Ahora ha instalado todo un centro de ayuda humanitaria en lo que se resuelve el abasto de alimentos en esta zona. Artmem, de 8 años, es uno de los beneficiados.

“Vine por comida porque hay que comer y ya se nos ha acabado la comida. Y también porque amo la pizza”, Arterm, habitante de Chernigov.

En Irpin conocimos la historia de Zennya, un plomero que sacrificó su vida para salvar la de otros.

“Mi hijo salió nos dejó en el sótano, y después se fue para ayudar a los militares y apoyarlos en evacuar a quienes aún estaban en las demás viviendas. Y entonces cuando les estaba ayudando a los demás a ponerse a salvo, cayó una bomba y el murió”, Natasha, habitante de Irpin.

El cuerpo de Zennya estuvo enterrado un mes en el jardín de su casa, tras el repliegue de los rusos fue sepultado con honores en el cementerio local.

“Es un héroe porque mientras se dieron los ataques en tierra y los ataques por aire el estuvo en la primera línea todo el tiempo. Y no era un militar, era un civil”, soldado ucraniano.

En Kiev, encontramos a Olena, sobreviviente desde antes de la guerra.

Venció años atrás dos tipos de cáncer y perdió la movilidad en una mano. Por supuesto, el miedo por la invasión no la detuvo.

“Después de dos semanas decidí hacer algo. Dije, no puedo unirme a las fuerzas territoriales porque solo tengo una mano”, Olena Oberh, costurera.

Hoy elabora chalecos para soldaos y médicos de la primera línea de batalla.

Viajamos también a Ivankiv, a tres horas de la capital ucraniana y donde las tropas rusas dejaron miles de minas. El equipo de emergencias libra una batalla a contrarreloj para desactivarlas.

“El equipo encontró una mina en el cuarto de un niño, debajo de la almohada de la cama del niño. La mina estaba conectada con la puerta, cuando alguien abriera la puerta se iba a activar”, Yuri Vitorich, del departamento especial de técnicos en pirotecnia en Ivankiv.

Andriy era mecánico hace tres años; hoy arriesga la vida desactivando y trasladando estos artefactos.

Al preguntarle si esto no lo convierte en héroe, responde.

“No, solo somos gente que salva a otra gente”, Andriy, del equipo de pirotecnia en el Servicio de Emergencias en Ucrania.

Esta es la Ucrania que desde hace dos meses se encuentra asediada por las tropas rusas.

La Ucrania en donde el dolor cala, pero nadie se rinde. Para muestra, Mariúpol y sus mártires, los mil civiles y 500 soldados que siguen atrincherados en la planta de acero.

“A cada ucraniano que le preguntes, te dirá que la guerra terminará con la victoria de Ucrania”, Kesennya, habitante de Kiev.

Es la tierra donde la guerra no es un suceso, es un mundo donde los ucranianos están dispuestos a sobrevivir, sí, con la frente en alto.

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