Desde hace unas dos semanas un centenar de farmacias de Austria ofrecen test rápidos de coronavirus a personas sin síntomas, con el objetivo de ampliar la oferta de testeo para poder salir antes de las vigentes restricciones comerciales y sociales contra la pandemia.
La pionera fue “Marien Apotheke”, una botica situada en una zona céntrica de Viena, que tiene el proceso bien estudiado: comenzó en octubre, antes incluso de que existiera una regulación al respecto.
Su experiencia permitió convencer a las autoridades sanitarias de que hacerlo era seguro y útil. Ahora ya son más de cien las farmacias de todo el país que hacen test de antígenos para detectar la Covid-19, pero cuando Marien Apotheke empezó, era la única.
Al principio se suponía que no podíamos hacerlos”, explica a Efe Karin Simonitsch, propietaria de la botica.
“Luego le preguntamos a un abogado cuáles serían las condiciones legales para hacerlo posible. Y había otra cuestión, que si por motivos de higiene sería posible hacerlos en una farmacia”, cuenta.
La farmacéutica explica que, para adaptarse a los requisitos, decidieron habilitar una sala separada de la farmacia para hacer los test, a la que se accede desde la calle por una entrada propia.
Además, las pruebas las realizan estudiantes de medicina a los que les queda poco para graduarse y que han recibido una formación específica.
Según Simonitsch, aunque en un primer momento tuvieron que retirar el servicio porque las autoridades no permitían los test en farmacias, su ejemplo sirvió para que, a nivel nacional, se aprobara en noviembre una regulación que detalló los requisitos para ofrecerlos.
Unos requisitos muy similares a los que ha propuesto la Comunidad de Madrid al Ministerio de Sanidad español para que permita a las farmacias hacer test de antígenos en sus locales: que los que las realizan hayan completado una formación específica sobre su uso, que se cumplan unas condiciones especiales de higiene y que se reporten los casos positivos a las autoridades.
En la Marien Apotheke, hacerse la prueba cuesta 20 euros (24 dólares). En principio hay que registrarse por Internet, aunque también es posible acudir directamente y, si no hay mucha cola, entrar en el momento.
Un sanitario recoge la muestra y se la pasa a sus dos compañeros, sentados detrás de él en una mesa donde la procesan y evalúan los resultados.
El proceso de hacer la prueba apenas dura unos segundos, es entrar y salir.
Si el resultado es negativo, recibe un correo a lo largo del día, pero si es positivo la farmacia le llama inmediatamente, además de reportar el resultado a las autoridades para que puedan confirmarlo con una prueba PCR, considerada como más fiable que el test de antígenos.