El presidente Joe Biden propuso un presupuesto de 6 billones de dólares para “reinventar” la economía de Estados Unidos y competir con China que, de ser aprobado por el Congreso, encaminará al país hacia una deuda récord.
Al anunciar la iniciativa, Biden dijo que después de la pandemia Estados Unidos “no puede permitirse simplemente volver a como era antes”.
Debemos aprovechar el momento para reinventar y construir una nueva economía estadounidense”, manifestó.
En Estados Unidos, el presupuesto anual que propone el presidente es más una lista de deseos o un mensaje sobre sus prioridades que cualquier otra cosa. Son los legisladores quienes finalmente deciden el monto y destino del dinero, y el Congreso actual tiene una mayoría demócrata muy estrecha.
Los republicanos de la oposición desconfían de darle protagonismo al gobierno central. Incluso, algunos de los partidarios de Biden advierten que la economía estadounidense, ya lista para recuperarse de los efectos de la pandemia de COVID-19, corre el riesgo de caer en una espiral inflacionaria.
Sin embargo, el masivo plan indica la determinación de la Casa Blanca de poner cifras concretas a la campaña de Biden para repensar la relación entre el gobierno y el sector privado, en lo que define como una competencia existencial con China.
Según el plan de Biden, el grifo federal liberaría unos 6 billones de dólares en 2022, con aumentos que se elevarían gradualmente a 8.2 billones en 2031. La deuda como porcentaje del PIB se espera que supere rápidamente el nivel registrado al final de la Segunda Guerra Mundial si este plan es aprobado.
El demócrata dejó en claro el destino de los 6 billones de dólares: buena parte sería para un proyecto de ley de infraestructura propuesto originalmente en 2.3 billones, pero que se ha reducido a 1.7 billones en las negociaciones con el Congreso.
Otros 1.8 billones de dólares serían para incrementar el financiamiento estatal de la educación y los servicios sociales como parte de la construcción de una mejor fuerza laboral en el siglo XXI.
El objetivo general, argumentó Biden, es hacer crecer a la clase media estadounidense, así como poner a Estados Unidos “a competir” con sus rivales.