Presionadas por la caída de 80% en el abasto de gas ruso, Alemania, Austria, Países Bajos y Francia han vuelto a incrementar su producción de energía eléctrica a partir del carbón.
La decisión forma parte de un conjunto de medidas de las naciones de Europa más afectadas por la baja del suministro de Moscú a través del sistema de ductos Nord Stream Uno, y ante la cercanía del invierno.
Alemania, además, destinará hasta ocho mil millones de dólares en la empresa privada proveedora de gas natural Uniper, de origen finlandés, para elevar su capacidad de gestión y almacenamiento.
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ofreció convertir a su país en un centro distribuidor de gas natural licuado, como alternativa al gas ruso, para varios países de la Unión Europea.
“Nosotros tenemos fuentes de suministro energético muy diversificado, menos de 7% de las importaciones de gas provienen de Rusia”, dijo Pedro Sánchez, presidente de España.
También dijo que, ahora mismo, 30% de la regasificación de la Unión Europea están localizadas en España.
Evitaría así convertir a la región en rehén energético del presidente ruso Vladimir Putin, indicó Sánchez en visita a Polonia.
El uso del carbón es todavía la mayor fuente de producción de electricidad en el mundo, y también de emisiones de CO2 se incrementará en Europa tras haber reducido su aportación del 25% en 2013 a sólo 13% en 2021.
La Unión Europea cuenta aún con 202 centrales. 63 de ellas están en Alemania, 44 en Polonia y 24 en la República Checa.
Volver al carbón no es una buena noticia para la estrategia global contra el cambio climático.
Neil Makaroff, vocero de Réseau Action Climat, una federación de ONG ambientales, dijo que esta mala opción es resultado del retraso en la inversión en energías renovables.