Los bolsillos de las personas europeas resienten el costo de la crisis energética cada vez más, tras la invasión rusa en Ucrania, por lo que crece su exigencia a los gobiernos por medidas eficaces para enfrentar este invierno.
El rector del suministro de gas ruso disparó los precios, abonando la inflación y forzando el cierre de empresas. “Por supuesto, si te vuelves muy dependiente de Rusia y no tienes tu propia capacidad energética o no tienes suficiente, entonces te metes en problemas”, dijo el editor en jefe de “BrusselsReport.eu”, Pieter Cleppe.
Miles de personas en París toman las calles para protestas contra lo cara que es la vida, agravada por un huelga en las refinería que suma tres semana de desbasto de combustible. La población vive una situación desesperada, mientras el gobierno califica el entorno de insostenible.
De igual manera, las y los italianos se manifestaron por el aumento de los precios del gas y la electricidad y exigieron un aumento de salarios y mayores beneficios sociales.
“Si no es posible pagar, obviamente se suspenderán los servicios públicos. Pero no entiendo por qué tenemos que estar en esta situación, por una política perversa que nuestros gobernantes han estado llevando a cabo durante años”, expresó manifestante de Italia, Anna Sabatin.
Ante la encrucijada, la Comisión Europea propuso reducir el consumo de gas esta década y acelerar la transición a energías renovables como la eólica y la sola, mientras que el gobierno de Reino Unido anunció la supresión de casi todas las medidas de alivio fiscal.
El nuevo ministro de Economía, Jeremy Hunt, reducirá las ayudas directas a familias y empresas para pagar las facturas de gas y luz, a solo un semestre, en lugar de dos años prometidos.
El gobierno se encuentra bajo presión. Los llamados de los últimos días al diálogo no surtieron efecto y la primera ministra, Élisabeth Borne, convocó incluso el lunes por la noche una reunión de urgencia con los ministros afectados por la situación.
Las imágenes de gasolineras cerradas o de largas colas ante las que quedan abiertas se repiten en Francia. En el norte, donde la situación es crítica, el lunes por la mañana, los automovilistas ya guardaban cola ante la única gasolinera abierta en Lille.
“Tengo una empresa, dos furgonetas bloqueadas ya en el depósito y estoy en la reserva, así que tengo que repostar absolutamente, si no, no puedo moverme más”, aseguró Bruno Duwez, un empresario de 63 años.
Según el ministerio de Transición Ecológica, 29.7% de las gasolineras carecían de al menos un tipo de combustible el domingo, frente 21% el sábado. Los precios del combustible aumentaron por su parte la semana pasada unos 10 céntimos de media el litro. El diésel alcanzó los 1.8035 euros (1.75 dólares), pese a los 30 céntimos de rebaja aprobada por el Estado para contener la inflación.
