Internacional

Fieles temen fin de la libertad religiosa en Hong Kong

El cardenal Joseph Zen era un adolescente cuando huyó de la China comunista y se refugió en Hong Kong. Ahora teme que este territorio semiautónomo, de nuevo bajo férreo control de Pekín, deje de ser un santuario de la libertad religiosa en China.

  • El obispo emérito de Hong Kong, de 88 años de edad, vio con preocupación el acercamiento entre China y el Vaticano en los últimos años. Sus temores aumentaron en junio cuando Pekín impuso una drástica ley de seguridad nacional en Hong Kong, que sus detractores consideran liberticida.

 

En todo el mundo vemos que si se le quita la libertad a la gente, la libertad religiosa también desaparece”, dijo el cardenal en la misión salesiana en la que entró hace más de 70 años.

Desde la devolución a China de esta excolonia británica, en 1997, la libertad religiosa se ha preservado.

En la China continental, en cambio, los grupos religiosos están estrictamente controlados por el Partido Comunista en el poder, que desconfía de cualquier organización, especialmente religiosa, que pueda amenazar su autoridad.

El régimen del presidente Xi Jinping ha emprendido en los últimos años una política de “sinización” de las religiones, exigiendo por ejemplo, a las iglesias y mezquitas que exhiban la Constitución china y enarbolen la bandera roja.

Los menores tienen ahora prohibido entrar en los lugares de culto y muchos edificios religiosos están siendo destruidos en todo el país.

  • Hong Kong permite al contrario todo tipo de cultos religiosos, incluyendo grupos que abogan por el proselitismo, como los Testigos de Jehová o Falun Gong.

Pero el cardenal Zen teme que esto no dure.

Las autoridades afirman que la libertad religiosa no está contemplada en la nueva ley de seguridad, la respuesta de China a la enorme movilización popular en Hong Kong en 2019 y que tiene por objeto reprimir la secesión, la subversión o la connivencia con fuerzas extranjeras.

“Creo que la ley requiere una obediencia absoluta al gobierno”, dijo el cardenal Zen.

Igual que la población de Hong Kong, las comunidades religiosas del territorio semiautónomo tienen distintas posiciones sobre la relación con China.

Muchas iglesias tienen miembros partidarios de Pekín, como la jefa del ejecutivo Carrie Lam, una católica ferviente.

El jefe de la Iglesia anglicana local es miembro de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CPPCC), una cámara legislativa encargada de asesorar al régimen comunista.

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