
En Filipinas al menos 68 personas murieron y las autoridades reportan más de 300 mil afectados, como consecuencia del sismo de magnitud 6.9 que se registró el pasado martes 30 de septiembre.
Las autoridades de la provincia de Cebú, la más dañada, declararon estado de calamidad. La Cruz Roja reportó que se necesita con urgencia agua potable, alimentos, refugio y atención médica.
Los trabajadores de protección civil continúan las labores de rescate, que dicen, se han dificultado por las lluvias, la caída de puentes y el corte de carreteras.
“Las necesidades son inmensas”, expresó Gwen Pang, secretaria general de la Cruz Roja filipina.
Familias enteras permanecen desde el terremoto a la intemperie o bajo tiendas de campaña improvisadas con plásticos y lonas ubicadas en los márgenes de la carretera que une Bogo y la ciudad de Cebú, la capital provincial.
Las constantes réplicas siguen representando “una amenaza para la seguridad y retrasando las labores” de emergencia, precisó la Cruz Roja.
Filipinas se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una de las zonas con mayor actividad sísmica y volcánica, donde cada año se registran unos 7 mil terremotos, la mayoría de ellos de intensidad moderada.