Colombia a nivel mundial ocupa el segundo lugar en desplazamiento forzado interno de su población, solo después de Siria. De 1985 a 2020, ocho millones de personas abandonaron sus hogares a causa del conflicto armado y la violencia.
“La Fundación para las Artes Chocota, se ha convertido en un refugio para jóvenes, víctimas del conflicto armado y residentes en la localidad cuarta de San Cristóbal y fuera de ella”, dijo Luis Córdoba Macanaky, líder de la Fundación Chocota.
“Había mucho conflicto, o sea, como la guerrilla, se metían, casi uno no podía salir y pues casi no les daban trabajo, era difícil conseguir comida y vinieron a Bogotá a buscar trabajo y nuevas oportunidades”, indicó la estudiante Katherin Córdoba.
Katherin vive en la periferia de Bogotá, donde nació, sus padres dejaron El Chocó, uno de los 32 departamentos que conforman su país.
El estudiante Kevin Rentería narra por qué él y su madre dejaron todo:
“Llegamos aquí a Bogotá porque en los pueblos, o sea allá en Tumaco, no hay tantas oportunidades para salir adelante, hay mucha violencia contra los menores y también para los mayores. Nosotros venimos a Bogotá a buscar nuevas oportunidades”.
Y aún en Bogotá, estos jóvenes no viven en paz.
“La verdad, la violencia acá es tenaz, o sea la verdad aquí en Bogotá, por ejemplo, un ladrón te puede robar, te puede hacer cualquier cosa y la policía no van hacer nada para apoyarte tampoco”, expresó Jeyn Novera, estudiante.
Pese a la adversidad, el baile les permite sanar e imaginar futuros.
“El baile me está ayudando como para el dolor que tengo por dentro”, dijo la estudiante Johanna Rodríguez.
Y agregó: “A mi me quitaron a mi hija y yo no he recibido ese apoyo. Me gustaría estudiar Defensoría de Menores, para que las madres que pasen por lo que yo estoy pasando, sientan el apoyo”.
Son cerca de 100 jóvenes de la Fundación Chocota, que con danza hacen frente a la realidad de su país, que decidió que Gustavo Petro sea su presidente; un país en el que los departamentos con mayor población negra, tienen los más altos índices de pobreza”, añadió Luis Córdoba Macanaky.
“Somos cuerpos al margen, somos seres humanos que protestamos a través de la danza, el arte, porque no somos violentos, somos artistas, no somos delincuentes. Entonces utilizamos nuestro arte para decirle a Colombia y al mundo, aquí estamos”.
Estos jóvenes pidieron al próximo gobierno escuchar su pertenencia y exigencias.
“No todos los afrocolombianos venimos de una violencia, que no robamos, sino queremos expresar que nosotros también tenemos oportunidades, ganas de salir adelante”, puntualizó Katherin Córdoba.