
El multimillonario y fundador de Microsoft Bill Gates, uno de los hombres más ricos del mundo, anunció que su fundación dará todo su dinero y la fortuna personal, en total 200 mil millones de dólares, para impulsar causas benéficas a lo largo de los próximos 20 años.
Gates y su entonces esposa Melinda French Gates abrieron la fundación hace un cuarto de siglo.
En 2010 lanzó, junto con French Gates y el también multimillonario Warren Buffet, la iniciativa Giving Plegue (Promesa de Dar) para alentar a que los muy ricos donaran la mayor parte de sus fortunas a causas benéficas. Más de 240 personas han firmado este compromiso.
A lo largo de las próximas dos décadas, la fundación se concentrará en dos causas clave: la primera será evitar las muertes maternales o infantiles por causas prevenibles. La segunda será erradicar las enfermedades infecciosas. Hasta ahora, la colaboración mundial ha conseguido eliminar solo una, la viruela.
“En los próximos dos años aspiro a añadir la polio y el gusano de Guinea a la lista”, declaró Gates.
Además, espera que para 2045 se haya podido acabar también con la malaria y el sarampión.
Y la inyección que “podría reducir hasta tal punto los niveles de virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o la de la tuberculosis.
El otro lado de los millonarios
Cabe destacar que, en 2024, salió a la luz el libro “El problema de Bill Gates: abordando el mito del multimillonario bueno”, del periodista de investigación, periodista investigativo Tim Schwab, donde coincide con el académico Andy Stirling, profesor del departamento de Investigación de Política Científica de la Universidad de Sussex.
Ambos están de acuerdo en que las prioridades personales de los ultrarricos suelen superar las necesidades reales de la sociedad, “y desvirtúan el destino de la financiación caritativa”.
En ese sentido, se ha hecho transparente que la Fundación Bill y Melinda Gates declara que gasta miles de millones de dólares cada año (US$ 7.000 millones en 2022) en proyectos globales, desde impulsar investigaciones en materia de salud hasta intentar reducir la pobreza.
Pero, dice Andy Stirling, hasta tres cuartas partes de estos fondos se deben en impuestos, ya que las leyes estadounidenses no dedican mucho escrutinio hacia cómo las organizaciones benéficas gastan su dinero.
Schwab considera que existe un conflicto de intereses en muchos de los programas de la Fundación Gates que se configuran a partir de los datos del Instituto de Evaluación y Medición de la Salud, convenientemente financiado por la propia fundación.
También critica a Gates por respaldar la energía nuclear, mucho más costosa, en lugar de fuentes renovables más asequibles, y subvencionar la modificación genética para grandes empresas del sector agrícola y no promover el cultivo ecológico impulsado por los pequeños agricultores.