Los diputados franceses se quedaron este lunes cerca de tumbar el gobierno de la primera ministra Élisabeth Borne y su impopular reforma de las pensiones, cuya adopción por decreto recrudeció las protestas, llamadas a continuar.
El presidente Emmanuel Macron consiguió validar definitivamente su proyecto para endurecer el acceso a una pensión completa, pero el gobierno de su primera ministra salió debilitado de este pulso.
“Sólo faltaron nueve votos para derribar este gobierno y su reforma, un gobierno que ya está muerto para los franceses y que ya no tiene ninguna legitimidad”, dijo la diputada de izquierda radical Mathilde Panot.
La votación en la Asamblea Nacional (cámara baja) fue más ajustada de lo esperado. La moción presentada por el grupo independiente LIOT recabó 278 votos de los 287 necesarios. La presentada por la extrema derecha, 94.
La caída de las mociones acaba con la saga parlamentaria de la reforma, que retrasa la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y exige a partir de 2027 cotizar 43 años (y no 42) para cobrar una pensión completa.
Sin embargo, la oposición política ‘no tira la toalla’. Esta ya anunció recursos ante el Consejo Constitucional para frenar su aplicación e impulsar también un referéndum.
“La calle marcará la diferencia”
Los sindicatos también convocaron una nueva jornada de manifestaciones masivas el próximo jueves, mientras la contestación se instala en el país, entre protestas espontáneas y paros prorrogables en sectores clave.
Carreteras bloqueadas, transportes perturbados, el aeropuerto de Tarbes-Lourdes invadido, miles de toneladas de basura en las calles de París, falta de combustible en el sureste. Los huelguistas multiplicaron las acciones de protesta.
“La calle marcará la diferencia. Al contrario de lo que piensa el poder, la calle decidirá al final”, dijo Odile Agrafeil, una jubilada del sector bancario durante una protesta en Estrasburgo.
Tras conocerse el fracaso de las dos mociones de censura, se reanudaron en las calles de París y otras ciudades las protestas contra la reforma, que se tornaron más duras en los últimos días, con choques con la policía, el incendio de basuras o la rotura de escaparates.
El detonante de estas protestas ha sido la decisión de Macron el jueves de adoptar su proyecto por decreto al temer una derrota en el Parlamento, en un contexto de rechazo sindical y de dos de cada tres franceses, según los sondeos.
Los sindicatos habían advertido de una radicalización de las protestas, fuera de su control, si el gobierno no daba marcha atrás, tras registrarse las manifestaciones más masivas contra una reforma social en tres décadas.
Borne, “determinada a continuar”
El presidente, a quien no afecta la moción de censura, se juega poder aplicar el programa de su segundo mandato hasta 2027. El domingo, a través de su entorno, aseguró que iría hasta el final con su proyecto de pensiones.
Pero los observadores estimaban que el gobierno lograría una victoria pírrica. El uso del 49.3 “dificultará la adopción de futuras reformas”, advirtió la agencia de notación Moody’s, favorable a este tipo de leyes.
Diecinueve de los 61 diputados del grupo opositor de derecha Los Republicanos (LR), con quien el gobierno suele alcanzar las mayorías necesarias para sus leyes, votaron a favor de tumbarlo.
“Es evidente que hoy el gobierno tiene un problema de legitimidad y que el presidente no puede convertirse en un espectador”, dijo a la cadena BFMTV Aurélien Pradié, cabeza visible de esta oposición en el seno de LR.
La líder ultraderechista Marine Le Pen, rival de Macron en el balotaje de la elección presidencial de 2022 y cuyo partido sale reforzado del conflicto social en los sondeos, también pidió el cese o la marcha de Borne.
El presidente tiene previsto reunirse el martes con su primera ministra y varios ministros, antes de conversar con los jefes de la Asamblea Nacional y del Senado y dirigirse a los parlamentarios oficialistas. Macron amenazó días atrás con disolver la Asamblea en caso de un revés para su reforma.