El Gobierno sirio anunció que permitirá el abastecimiento de ayuda internacional a zonas controladas por los rebeldes, en el noroeste del país, muy golpeado por un mortífero sismo.
En un comunicado difundido por la agencia oficial siria Sana, el gobierno precisó que la distribución de ayuda humanitaria deberá estar “supervisada por el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja siria”, con la ayuda de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Asimismo, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos exigió “un alto el fuego inmediato” en Siria para facilitar el suministro de ayuda para las víctimas del sismo que devastó parte del país a principios de semana.
Además, el Alto Comisionado informó que Volker Türk pide un alto el fuego inmediato en Siria y el pleno respeto de los derechos humanos y de las obligaciones del derecho humanitario para que la ayuda pueda llegar a todo el mundo.
“En este periodo terrible en Turquía y Siria, llamamos a la entrega urgente de asistencia a todos los que lo necesitan”, insistió en otra publicación.
La guerra civil en Siria, que empezó en 2011, complica el acceso de la ayuda humanitaria, sobre todo a las zonas en manos de los rebeldes, en el noroeste del país.
De momento, el grueso de la ayuda destinada a esta zona viene de Turquía y debe pasar por el cruce de Bab al Hawa, el único punto de paso autorizado, entre Siria y Turquía. Los daños causados por el sismo en las carreteras turcas complican el suministro.
La ONU ha pedido reiteradamente al régimen de Bashar al Asad que abra otros puntos de paso para acelerar las labores de rescate y asistencia a los millones de personas afectadas por los sismos, muchas de las cuales vivían ya en condiciones muy precarias antes del terremoto.
Muertos en Siria
La ayuda humanitaria empezó a llegar a Turquía pero el acceso a Siria, en guerra y con su régimen sancionado por la comunidad internacional, es mucho más complicado.
La guerra destruyó hospitales y causó problemas en el suministro de electricidad y agua en Siria, pero la ONU sólo puede enviar ayuda a las zonas rebeldes del noroeste a través del cruce de Bab al Hawa en la frontera con Turquía.
La diplomacia turca afirmó que está trabajando para abrir otros dos puntos de paso “con las regiones bajo el control del gobierno” sirio, “por razones humanitarias”.
Abandonados
A uno y otro lado de la frontera, miles de viviendas quedaron destruidas y los socorristas redoblan esfuerzos, aunque las posibilidades de encontrar personas con vida se apagan una vez expirado el periodo de tres días que los expertos consideran crucial.
La situación, agravada por un frío glacial, llevó este viernes al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), en lucha armada contra el ejército turco desde 1984, a suspender temporalmente sus operaciones en Turquía.
A la zona acudieron centenares de rescatistas de Catar, Malasia, España, Kazajistán, India y otros lugares. Unos treinta mineros recorrieron mil kilómetros desde Zonguldak, cerca del mar Negro, hasta Antakya para ayudar en las labores de búsqueda.
En esa ciudad del sur de Turquía, fueron rescatados este viernes, “en la 105 hora” después del sismo, un bebé de 18 meses y su hermano, informó la cadena NTV. Ambos fueron encontrados con vida entre los escombros de su vivienda, sita en un edificio de tres pisos.
Dos horas antes, una niña de tres años también fue rescatada en esa localidad, muy castigada por la catástrofe. El enfado crece en Turquía contra la respuesta del gobierno, juzgada insuficiente y tardía. El mismo presidente Recep Tayyip Erdogan reconoció “deficiencias” este viernes.
“Hubo tantos edificios dañados que desafortunadamente, no pudimos acelerar nuestras intervenciones como hubiéramos querido”, afirmó el jefe de Estado durante una visita a Adiyaman.