La rara sequía que golpea desde hace varios meses a Brasil amenaza el abastecimiento de electricidad en el gigante sudamericano, -muy dependiente de sus centrales hidroeléctricas- encarece el costo de la energía y podría comprometer la producción agrícola, así como la reactivación económica en el contexto de la pandemia de coronavirus.
La falta de lluvias en el sureste y centroeste del país es la peor en casi un siglo, según el gobierno brasileño, y la situación no mejorará: el invierno se caracteriza por precipitaciones débiles en esas regiones.
En el sur de Brasil el principal responsable es el fenómeno climático conocido como La Niña”, explicó Pedro Luiz Cortés, profesor del Instituto de Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Sao Paulo.
Activo de setiembre a mayo, el fenómeno podría reaparecer a finales de setiembre cuando debe comenzar la temporada de lluvias. “En los hechos, tendremos un año y medio o dos de temporada seca”, prevé el investigador.
Sobre el centro-oeste de Brasil, Cortés apunta un déficit pluviométrico durante casi una década debido “a la deforestación de la Amazonia que reduce la humedad presente en la atmósfera”, un problema que podría volverse “crónico”.