Alexei, Gena y Angelou son tres artistas rusos cuya orientación sexual sólo les causó problemas en su país y ahora la guerra en Ucrania precipitó su decisión de exiliarse a París.
El Taller de Artistas en Exilio en París puso a disposición de rusos y ucranianos una línea telefónica urgente y hasta el momento ya ha acogido a un centenar de personas.
Entre ellos Gena Marvin, de 23 años, que llegó a París a finales de abril.
Artista transgénero, Gena utilizaba desechos para fabricar ropa y esculturas. Y como “performer” escenificaba obras con el cuerpo envuelto en cinta adhesiva, para simbolizar “un país donde no hay libertad y donde la libertad de mi cuerpo no está permitida”.
Era “una especie de terapia, un reciclaje de mis temores de infancia”, explica el artista, que en Rusia salió a la calle en apoyo del opositor Alexéi Navalni.
Gena asegura que el acoso empezó en la escuela, y que luego sus padres rechazaron su “coming out” (su afirmación sexual) a los 15 años.
Tras el estallido de la guerra, la idea de que pudiera ser llamada a filas la aterrorizaba. Detenida durante una manifestación contra la invasión de Ucrania, decidió abandonar Rusia en cuanto supo del Taller en París.
“En Francia no tengo el mismo miedo, pero mantengo la guardia alta, porque una persona que vivió con miedo no lo olvida nunca”, declara la artista con la cabeza rapada, que asegura que ya pudo hacer las paces con sus padres.
En uno de los estudios del Taller, Alexéi, compositor y pianista de 23 años, toca un preludio de Rajmáninov.
Alexéi, quien no quiso dar su apellido por motivos de seguridad, también fue detenido durante una manifestación en San Petersburgo. Luego recibió una invitación para continuar sus estudios de composición en el Conservatorio de París.
Alexéi albergaba la esperanza de que el presidente ruso Vladimir Putin “dejaría de estar ahí algún día” pero ahora es consciente del peligro constante.
La guerra le causa “dolor, vergüenza y culpabilidad, porque tengo la sensación que no hemos hecho lo suficiente contra este régimen”.
Recientemente la policía allanó la escuela de música donde daba clases, a causa de la “propaganda LGBTIQ+” en su página Facebook. En realidad era “a causa de una foto en la que besaba a mi compañero”, asegura.
“Me siento como en una película” explica este joven de cabellos rubios.
“Rusia no es homófoba, quien es homófobo es el Estado ruso” estima este joven, que está componiendo música para una película sobre la guerra en Ucrania.
Por su parte, Angelou, estilista de 23 años, se declara persona no-binaria. En uno de los estudios del Taller de Artistas en Exilio se ejercita con silicona mezclada con telas recicladas para diseñar un vestido.
El artista reanudó su actividad tras abandonar Moscú, y ahora recibe cursos de francés con su amiga Xenia, de 24 años, decoradora.
Las personas ‘queer’ eran detenidas regularmente en Moscú, describe. “Eran obligadas a desvestirse, y se les echaba agua fría encima. Comprendí que era el final”, explica Angelou.
La pareja vivía en Rusia bajo el miedo constante de agresiones.
Cuando llegaron a París no osaban abandonar su apartamento. “Fueron unos vecinos ucranianos los que empezaron a hablarnos”, confiesa Angelou.
Judith Depaule, directora y cofundadora del Taller en 2016, explica que los artistas rusos exiliados “se han hecho a la idea de que abandonaron definitivamente su país”, con el que “ya no se identifican”.
Del lado de los ucranianos, en cambio, hay “una oleada de patriotismo”. Pero unos y otros saben que “la guerra se acaba a las puertas del Taller”, explica Depaule.