La guerra no es para todos.
Dentro del estadio, este país se ha paralizado ante un balón.
Afuera, una familia de cinco integrantes se acaba de jugar la vida. Y nadie se inmuta.
Huyeron de 0desa, donde las tropas rusas atacaron un conjunto de edificios residenciales hace dos días.
Y para ellos la guerra es eso que pasa del otro lado de la frontera.
Aquí, en el Parkas Arena, el gran estadio de Hungría, se viven dos realidades. La de quienes maldicen ante la derrota uno a cero frente a Serbia.
Y la de quienes, tras sortear bombardeos o abandonar a sus padres y esposos, llegan al centro de refugiados, instalado en una de las explanadas del mismo estadio.
Es tan feo. Porque mi familia está allá. Muy mal”, Dulia, migrante ucraniana
Mi papá, mi abuela, mi esposo”, Dulia, migrante ucraniana
En la cancha, la gran estrella es el joven promesa Dominik Szoboszla.
Afuera, es Karie, servidor público retirado, que todos los días se coloca la peluca verde para intentar agradarle a los casi 200 niños desplazados.
Tras las críticas por la falta de acciones ante la crisis humanitaria, el gobierno húngaro instaló este centro, en el que colaboran 300 funcionarios y voluntarios
En este centro se provee a los refugiados de información, alimentos y, por supuesto, transporte para que se trasladen a otro país o lugar donde hayan conseguido alojamiento.
Cada día tenemos, atendemos alrededor de mil 200 a mil 500 personas en este lugar”, coordinador de la Cruz Roja.
Allá afuera los niños cantan, se saben seguros.
Aquí ellos y ellas encuentran en los juguetes y crayolas un oasis.
Aunque el mundo entero esté atento a lo que sucede en Ucrania, la guerra, la guerra no es para todos.