Un grupo de migrantes africanos se aventuran en una auténtica odisea de más de 17 mil kilómetros por aire, tierra, mar y selva, en busca del sueño americano.
Necesito ir a Estados Unidos, porque en Estados Unidos se puede vivir mejor, si necesitas estudiar, puedes estudiar en Estados Unidos, si necesitas trabajar, puedes trabajar fácilmente”, Karifala Fofana, migrante guineano.
El viaje no ha estado exento de riesgos, en una ruta de sacrificio poco común. Volaron del continente africano a Brasil, con visas de turistas. En tierra carioca emprendieron el largo camino por tierra, enfrentando peligros y fronteras cerradas por la pandemia.
Tres de nosotros murieron, se cayeron cuando subimos a la montaña se cayeron y murieron. Dos hombres y una mujer”, Ahmed Kabeer, migrante sudanés.
Rodearon la selva amazónica por Perú para luego cruzar Colombia, donde se integraron a una caravana de migrantes sudamericanos. Después de haber sido víctimas de asaltos y chantajes en los cruces fronterizos.
La jungla no es buena. Los ladrones nos apuntaron con armas tres veces, se llevaron todo nuestro dinero, nos dispararon a algunos de nosotros. Pero aquí nos va bien en este campamento”, Paulo Da Silva, migrante angoleño.
Tras una nueva travesía de una semana por la jungla del Darién, que separa a Colombia de Panamá, arribaron a territorio panameño.
Nada los desanima, aunque el destino anhelado deberá pasar por fronteras restringidas por el Covid en Centroamérica y México, antes de enfrentar el cruce a Estados Unidos.
La felicidad será completa después de que llegue a Estados Unidos, porque hasta ahora, creo que crucé el 70% de esta larga distancia”, agregó Ahmed Kabeer.
Aunque ningún infierno se compara con el de la guerra y el desplazamiento obligado.
Estamos aquí en Panamá, gracias a Dios, pero vamos a llegar a nuestro destino”, puntualizó Da Silva.