El próximo domingo, Luiz Inacio “Lula” da Silva tomará posesión como presidente del país, por segunda vez en la historia, para un periodo de cuatro años de gobierno.
Ya fue presidente entre 2003 y 2010, con una reelección.
A su investidura, bajo fuertes medidas de seguridad, acudirán delegaciones de 120 países, entre ellos, 17 jefes de estado.
“Habrá una movilización del 100 por ciento de las fuerzas policiales de Brasilia, tanto la Policía Militar como la Civil, y también el Cuerpo de Bomberos- para garantizar la seguridad no sólo del presidente, sino también de las delegaciones extranjeras y del público”, dijo Flavio Dino, ministro de Justicia y Seguridad designado.
De momento, agregó Dino, no se ha tomado una decisión sobre si Lula hará el tradicional desfile ante el público en la Explanada de los Ministerios en un auto cerrado o en uno descapotable, como es costumbre.
“Ambos escenarios estarán disponibles ese día” y la decisión se tomará “en el momento”, añadió.
Será una ceremonia “segura” y “en paz”, dijo Dino, quien incentivó a los brasileños a viajar desde otros estados para acompañar los actos institucionales y shows culturales previstos en la región central de Brasilia, donde se esperan cientos de miles de personas.
Lula da Silva derrotó a Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones el pasado 30 de octubre con el 50.9% de los votos.
En días pasados fue detenido un seguidor de Bolsonaro, quien admitió a la policía haber colocado un explosivo en un camión de combustible cerca del aeropuerto de Brasilia, que fue desactivado.
Su objetivo, confesó George de Oliveira Sousa, era desestabilizar y provocar la intervención del ejército, a unos días de la transmisión de poderes. Está detenido acusado de terrorismo.
Por ahora, seguidores de Bolsonaro mantienen un plantón frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia para pedirle a las fuerzas armadas que realicen un golpe de estado para impedir el regreso de Lula al poder.