Aunque perdió 75% de sus capacidades motrices, Michael Haddad está decidido a cumplir su objetivo: caminar 100 kilómetros en el Ártico para alertar de los efectos del cambio climático.
Lo hará ayudado de un exoesqueleto de alta tecnología y con una “determinación de hierro”.
A sus 41 años, este atleta libanés que quedó parapléjico siendo niño, se desplaza gracias a un exoesqueleto creado por investigadores y médicos que estabiliza su pecho y sus piernas para que pueda balancearse hacia adelante ayudado por muletas.
Su próxima meta es caminar durante una decena de días por el archipiélago noruego de Svalbard, a mil 300 kilómetros del Polo Norte.
Allí, dejará un libro del Papa Francisco dentro de un búnker que alberga la mayor reserva mundial de semillas, para garantizar la supervivencia de las principales especies cultivables.
Me he caído mil veces, pero eso no es nada, cuando te levantas eres cien veces más fuerte”, confiesa Haddad.
Para Haddad, el libro, “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe”, una recopilación de artículos que el sumo pontífice escribió durante la primera ola de COVID-19 en 2020, es “una semilla para las generaciones futuras”.
Además, con su viaje, busca visibilizar a las personas con discapacidad, que son 15% de la población mundial.
La crisis climática tendrá un impacto mayor y más violento en sus vidas. Imaginen una inundación, la gente huye pero los que están en silla de ruedas están atrapados”, advierte Haddad, que es embajador de buena voluntad del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en los Estados Árabes.
En un medio ambiente hostil, donde reina la oscuridad y merodean los osos polares, Haddad contará con el apoyo de un equipo de profesionales.
“Hemos pasado tres años estudiándolo todo de la A a la Z”, explica Haddad, quien ha planeado incluso cómo disminuir su impacto en la naturaleza.
Antes de este proyecto, Haddad ha escalado montañas, atravesado desiertos y terminado dos maratones.