Migrantes originarios de Venezuela continúan su tránsito hacia el norte, a pesar de las recientes advertencias que lanzó el Gobierno de Estados Unidos, para repatriarlos a su lugar de origen.
Y es que nada los detiene, para buscar una vida mejor fuera de su patria, ni tampoco los riesgos al cruzar la Selva del Darién, entre Colombia y Panamá, un camino obligado para quienes buscan llegar a la Unión Americana sin visa, sin cita ni solicitud de asilo.
“Yo sé que el día de mañana todo este esfuerzo que nosotros hicimos él me lo va a agradecer toda la vida,” asegura Winifer Velázquez.
Son hombres y mujeres que viajan solos y solas, madres solteras, familias enteras, que emprende este tránsito y que se ven expuestos a diversos peligros.
“Uno se expone a que le pasen muchas cosas porque esa selva es tan peligrosa. Hay violaciones, hay de todo”, señaló Reina Torres, migrante venezolana.
La mayoría de los migrantes que cruzan El Tapón del Darien son venezolanos, también hay personas que provienen de Ecuador, Haití y de regiones tan lejanas como China, Vietnam, Afganistán y de países africanos, como Burkina Faso.
“La selva es muy peligrosa, entramos hace cuatro días, no hemos tomado agua, no había nada para comer”, señala una persona originaria de Burkina Faso.
La Casa Blanca confía en que la amenaza de deportación desaliente la intención de ingresar de manera irregular, pero hasta agosto, más de siete millones 700 mil venezolanos habían dejado su casa para emprender su viaje hacia Estados Unidos.
Las lluvias y el aumento en el caudal de los ríos, frenaron por un tiempo el flujo de migrantes, pero ahora han retomado su camino.
El Departamento de Migración de Panamá reportó que hasta el 6 de octubre, más de 417 mil personas habían cruzado el Darién y una quinta parte eran menores de edad, cifra que duplica el récord de todo el año pasado, cuando fueron 248 mil personas.