Los fieles musulmanes rezaron este lunes en el monte Arafat de Arabia Saudita un momento cumbre de la gran peregrinación anual a La Meca, celebrada por segundo año en formato reducido y con restricciones sanitarias por la pandemia.
Solo 60 mil personas, ciudadanos y residentes en el reino vacunados, están autorizados a participar del hach, la gran peregrinación del islam que todos los musulmanes deben hacer una vez en su vida.
Los fieles pasaron la noche en los campos del valle de Mina y, después de la plegaria del mediodía en la mezquita de Namira, ascendieron al monte Arafat, una colina de 70 metros de altitud a unos veinte kilómetros al sur de la Meca, donde se cree que el profeta Mahoma pronunció su sermón final.
En el rito más importante del hach, los fieles pasan horas rezando y recitando el Corán para expiar sus pecados, quedándose en la colina hasta la noche.
Después de la puesta de sol se dirigirán a Muzdalifa, a medio camino entre Arafat y Mina, donde dormirán bajo las estrellas antes de realizar el martes la simbólica lapidación del diablo.
Durante el sermón en la mezquita, el jeque Bandar Balila alabó las medidas sanitarias tomadas por el gobierno para evitar que el hach “se convierta en un foco de contagios”.
La televisión saudita mostró imágenes de la mezquita de Namira con fieles protegidos por mascarillas llorando por la emoción.
La escena era radicalmente distinta a la de otras ediciones, cuando el hach llegó a reunir a 2.5 millones de personas y riadas de gente subían al monte Arafat.
– Unos pocos privilegiados –
Los fieles evocaron un sentimiento de tranquilidad al descender de la colina Arafat, también conocida como “Monte de la Misericordia”.
Ser uno de los solo 60 mil participantes en el hach… me siento como parte de un grupo privilegiado que pudo llegar a este lugar”, dijo Baref Siraj, un saudí de 58 años.
Este ritual de peregrinación constituye uno de los cinco pilares del islam, que todo musulman debe cumplir al menos una vez en su vida si tienen la capacidad física y financiera de acudir.
Organizar el hach es un asunto de prestigio para el gobierno saudí, cuya custodia de los sitios más sagrados del islam es su principal fuente de legitimidad política.
Pero la prohibición de la participación de peregrinos del exterior causó resentimiento y decepción entre musulmanes de todo el mundo, quienes suelen ahorrar durante años para asistir.
Los escogidos fueron seleccionados entre más de 558 mil postulantes y debían estar vacunados contra el coronavirus, tener entre 18 y 65 años y no presentar enfermedades crónicas.
Las autoridades buscan repetir el éxito del año anterior, en el que aseguran que ninguno de sus 10 mil participantes fue contagiado de COVID-19.
Sus responsables sanitarios aseguraron el domingo no haber detectado todavía ninguna infección.
Arabia Saudita ha detectado 509 mil contagios y más de 8 mil muertes, entre una población de 34 millones. También administró unos 20 millones de dosis de vacunas.
Para evitar brotes en un evento habitualmente multitudinario, las autoridades sanitarias dividieron a los peregrinos en grupos de 20 personas, introdujeron “pases electrónicos” para acceder sin contacto a alojamientos y transportes e instalaron robots para repartir las botellas de agua sagrada en la Gran Mezquita de La Meca.
Ibrahim Siam un peregrino egipcio de 64 años procedente de Dammam (este de Arabia Saudí), afirmó que estos procedimientos “han hecho las cosas mucho más fáciles”.
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