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Miles de personas migrantes siguen llegando a la frontera entre México y EUA

FOTO: DENISSE HERNÁNDEZ /CUARTOSCURO.COM

El muro fronterizo y el Río Bravo, en la frontera natural entre México y Estados Unidos, no frenan la ola de migrantes venezolanos que buscan el sueño americano.

Para evitar el ingreso de extranjeros a el paso, Texas, desde Ciudad Juárez, Chihuahua, el gobierno texano ordenó reforzar la seguridad y colocó tres muros más.

El primero es una malla ciclónica, con alambre de púas que instaló entre el río grande y el muro fronterizo.

Tras cruzar las heladas aguas del río, la malla es el siguiente obstáculo que deben sortear los migrantes.

La segunda barrera fue colocada dentro de la ciudad de El Paso, y se trata de contenedores de tren, una medida que se usa con el mismo fin en Arizona.

Por último, un muro humano de más de 500 elementos de la guardia nacional texana blinda la zona para impedir el paso de los migrantes.

Es pues, una frontera sitiada, de los 3 mil 100 kilómetros de frontera común entre México y Estados Unidos, esta zona es, por mucho, el tramo más vigilado.

Pese a ello, continúa el arribo masivo de migrantes, la mayoría provienen de Venezuela, como Rubén y Ramon, dos amigos que se conocieron hace poco en la adversidad, cuando montaron a la bestia, El tren que los acercó a la frontera.

“La bestia fue lo peor, me tuvieron que bajar del tren porque los pies se te congelan, se te congelan las manos se te ponen tiesas y no puedes casi moverlas, hay mexicanos buenos que te lanzan un poco de pan o agua para uno mantenerse, pero el frío es lo peor, demasiado y una cobijita para medio abrigarse”, dijo Ramón.

“Veníamos en el tren y a él se le congelaron los pies y fuimos a una casa de Migrante”, señaló Rubén.

Ambos unen fuerzas y se ayudan para hacer menos dura la travesía.

“Cuando uno llega a México también es como otra pesadilla más por la migración, la migración te trata un poquito mal porque yo duré cuatro días retenido, el primer día me retienen y yo estoy con fiebre y les pido pastillas y no me dan una respuesta y yo amanecí toda la noche con fiebre y escalofríos”, agregó Ramón.

“La gente civil de aquí de México no hay nada que hablar de ellos, son buenas personas nos tratan bien, comida, todo, le trae regalos a los niños y cosas pero como dije, la policía y la gente de migración esa gente de migración no tiene corazón”, añadió Rubén.

Rubén y Ramón tienen una semana en Juárez, vendiendo dulces en la calle para sobrevivir.

Con coraje e indignación ven como aumenta la seguridad y el surgimiento de una triple frontera.

Lamentan la decisión y piden a las autoridades del vecino país quitar todas las barreras.

“Qué lo quiten y que nos den la oportunidad de entrar allá y de trabajar que no todos somos iguales, los buenos somos más y sabemos que con el favor de Dios que le va a tocar el corazón esas personas allá dentro del gobierno que ellos van a dejarnos pasar”, puntualizó Rubén.

“Ojalá que lo quiten y nos den la oportunidad a los que en verdad quieren trabajar”, concluyó Ramón.

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