Las mujeres en Turquía enfrentan algunas dificultades como el duelo, el estrés, el hacinamiento en carpas improvisadas y la falta de zonas exclusivas para bañarse en forma segura y privada.
A un mes del sismo que devastó el sureste del país, sufren un doble dolor: haber perdido todo y permanecer en refugios con acceso limitado a servicios sanitarios.
“No pudimos tomar nada. Sólo tomé este vestido y me lo puse. Nada, nada para los niños. Llovía, venía la nieve. La situación es muy difícil”, dijo Rojin, sobreviviente.
En clínicas colocadas en medio de la destrucción, las mujeres reciben ropa interior, productos de higiene femenina, pruebas de embarazo y anticonceptivos, porque los hombres se niegan a usar preservativos.
Tras la tragedia son ellas quienes esperan los repartos de comida para llevarla a sus familias, cocinan, cuidan a niños y ancianos, lavan platos y ropa. A esto se suma el temor ante las constantes réplicas.
No puedo dormir por la noche. ¿Va a pasar lo mismo, vamos a experimentar otro terremoto? Estamos muy asustados. No he dormido durante una semana. Ha llegado a un cierto nivel que a veces no puedo sentir mis pies”, señaló Havva Tuncay, habitante de Hatay, Turquía.
La plataforma “We will stop the feminicide“, busca adoptar medidas de prevención de violencia y abuso doméstico en las regiones afectadas. El año pasado, en su propia casa, al menos 327 mujeres y 39 menores fueron asesinados en ese país.
