La situación humanitaria en las comunidades afectadas por las inundaciones en Pakistán se deteriorará, advirtió el martes la ONU, que estableció un puente aéreo para entregar ayuda a las víctimas.
Las lluvias torrenciales de las últimas semanas provocaron las peores inundaciones de la historia de Pakistán.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay más de 1,460 centros de salud afectados, de los cuales 432 están totalmente dañados y 1,028 parcialmente, la mayoría en la provincia de Sindh.
La OMS y sus socios sanitarios instalaron más de 4,500 campamentos médicos y se han distribuido 230,000 test rápidos para detectar la diarrea acuosa aguda, el paludismo, el dengue, la hepatitis y el chikungunya.
Tarik Jasarevic, un portavoz de la OMS, explicó en Ginebra que sigue siendo difícil acceder a las zonas afectadas por las inundaciones, pero subrayó la urgencia de intensificar la vigilancia de las enfermedades.
“Ya hemos recibido informes sobre el aumento del número de casos de diarrea acuosa aguda, fiebre tifoidea, sarampión y paludismo, especialmente en las zonas más afectadas”, dijo Jasarevic.
La OMS ha entregado hasta ahora medicamentos esenciales y otros suministros, como kits de purificación de agua y sobres de sales de rehidratación oral, por valor de 1.5 millones de dólares y está pidiendo 19 millones de dólares para ayudar a las poblaciones afectadas.
Más de 33 millones de personas se han visto afectadas por las inundaciones. Un tercio de Pakistán ha quedado bajo el agua y al menos 1,300 personas murieron.
Mujeres embarazadas buscan ayuda desesperadas
Fahmidah Bibi, en avanzado estado de gestación, espera impaciente, junto a su hija de cuatro años, la llegada de un médico a un campo de desplazados por las inundaciones en Pakistán.
Instalado en el terreno de una pequeña estación de trenes en las afueras de Fazilpur, en la provincia de Punyab (centro), este campamento acoge a unas 500 personas, en el único lugar todavía seco en esta zona totalmente inundada.
Fahmidah, de 40 años, llegó hace algo más de una semana con sus cinco hijos y los padres de su marido.
“Necesito un doctor o una comadrona. ¿Qué pasará si algo le ocurre a mi hijo?”, se pregunta Fahmidah, embarazada de nueve meses y con dolores en los pies.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) anunció el sábado que al menos 128,000 mujeres embarazadas presentes en las zonas inundadas necesitaban ayuda urgente, de las cuales 42,000 iban a dar a luz en los próximos tres meses.
Fahmidah no ha visto ningún médico desde hace un mes. Según el informe que conserva como oro en paño, con la receta de un medicamento demasiado caro para ella, el bebé viene de nalgas.
Esta mujer duerme al aire libre en una cama tradicional de cuerdas trenzadas que comparte con sus cinco hijos, de entre cuatro y doce años.
En este inmenso campamento, hay al menos otras cinco mujeres embarazadas. Todas se quejan de la falta de doctoras o comadronas para atenderlas.
La mayoría de ellas han rechazado ser examinadas por médicos voluntarios masculinos, que llegaron en un convoy de ayuda.
En regiones rurales y conservadoras de Pakistán, muchas mujeres consideran inapropiado que las visiten doctores, sobre todo para temas ginecológicos.
Sin ropa para el bebé
Buscando ayuda desesperadamente, Fahmidah intentó cruzar los campos inundados para llegar a la ciudad. Pero resbaló, cayó varias veces y tuvo que abandonar la idea.
La idea de dar a luz en este lugar la horroriza. Las personas desplazadas sobreviven como pueden, con su ganado, y las instalaciones sanitarias con casi inexistentes.
Las moscas y los mosquitos son legión en la zona, así como el pestilente olor que se desprende del agua encharcada, llena de excrementos y vegetales en descomposición.
“No tengo nada preparado para cuando el bebé llegue”, explica Fahmidah a la AFP. “No tengo ni ropa para envolverlo, las inundaciones se lo llevaron todo”.
Como Fahmidah, Saira Bibi, embarazada de cinco meses, espera desesperada a un médico. Tiene un dolor punzante en un costado.
Con sólo 25 años, Saira ya tiene cuatro hijas. Pero su marido y su familia la presionan para que tenga un varón. Su esposo ha amenazado con dejarla si no lo conseguía.
“Tuve un hijo después de las cuatro niñas, pero murió”, dice, contando que luego siguió un tratamiento de fertilidad para volver a quedarse embarazada.
Ahora teme no poder llegar a término con su embarazo.
Fahmidah ya sabe que tendrá un varón y ya decidió que se llamará Ali Raza. Espera que un día se convierta en un alto funcionario del gobierno y pueda llevarla de peregrinación.
“Sé que llevará a su madre a La Meca”, dice.