La violencia que se vive en Colombia afecta sobre todo a los exguerrilleros que depusieron las armas hace cinco años tras la firma de los Acuerdos de Paz, y a los líderes comunitarios, principalmente de comunidades indígenas y afrodescendientes.
El máximo órgano de la ONU para el mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo, subraya en un comunicado su “preocupación” por las “incesantes amenazas, ataques y asesinatos” a exguerrilleros que depusieron las armas en Colombia a raíz de la firma de dichos acuerdos, así como a líderes comunitarios.
En torno a 300 guerrilleros han sido asesinados desde 2016.
Asimismo, los miembros del Consejo de Seguridad urgen a “llevar a cabo reformas rurales profundas” y “potenciar la presencia” del Estado, así como mejorar la educación y las oportunidades de empleo también para los excombatientes en estas zonas.
Colombia conmemoró este miércoles estos acuerdos históricos que hicieron posible el desarme de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con un encuentro entre protagonistas y críticos en presencia del secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
En el acto, que se celebró en la sede de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el tribunal que juzga los peores crímenes del conflicto, el excomandante de las extintas FARC, Rodrigo Londoño, volvió a pedir perdón y renovó el compromiso de la gran mayoría de los 13 mil hombres y mujeres que se mantienen fieles a los acuerdos de paz tras entregar los fusiles.
Cinco décadas de conflicto dejaron nueve millones de víctimas entre muertos, mutilados, secuestrados y desaparecidos.
En este sentido, los miembros del Consejo de Seguridad, presidido en la actualidad por México, reiteraron su apoyo “total y unánime” al proceso de paz y su disposición a seguir acompañando a los colombianos en su camino hacia la paz.
Y es que el proceso de Colombia, dicen, es un “ejemplo para el mundo de que es posible resolver los conflictos armados mediante el diálogo”.