Este es un gran pelotón. conformado exclusivamente por osos de peluche.
Llegaron a la frontera con Ucrania, y están decididos a robarle una sonrisa a los miles de niñas y niños desplazados por la guerra.
Son miles de osos que viajaron desde Inglaterra hasta el pueblo fronterizo de Zahony, Hungría, en el llamado Teddybuszzz.
“Trajimos 3 mil osos de peluche de los niños que viven en mi ciudad natal Weston Súper Mare, en Inglaterra. Trajimos también un poco de alegría y amor a los niños que vienen en tren desde Ucrania a la frontera de Hungría”, señaló David, el conductor.
David maneja el teddybusz, aunque en su vida normal, es operador de trenes en Inglaterra.
“Estaba de vacaciones hace tres semanas y cuando regrese a la estación del tren, empezaron a llegar los trenes con refugiados”, dijo el conductor.
Entonces Mr Teddybusz se organizó y pidió donaciones de osos de peluche en su comunidad.
Y así los 3 mil osos, David y su compañero Adam manejaron 2 mil 500 kilómetros para completar su misión.
Y entre tanto pachoncito, ¿quién es el favorito entre niñas y niños?
“Los unicornios son muy populares y mi pequeño ponny, ese es verdaderamente popular. Pero en realidad trajimos de muchos colores, rosa para las niñas obviamente, pero los niños escogen también los colores del arcoíris”, agregó.
En el otro frente, cinco majos de alicante hacen alarde del viejo dicho: el amor entra por el estómago.
Y que mejor muestra de amor que poner esta enorme paellera en el estacionamiento de uno de los albergues para refugiados.
“Paellas por La Paz empezó viniendo de Madrid con la indignación y con la rabia que todos estamos viendo todo esto. De ver lo mal que la están pasando la gente aquí”, afirmó David Juan, paellero voluntario.
David y sus cuatro cómplices reunieron dinero entre amigos; rentaron tres furgonetas que llenaron con kilos y kilos de arroz, carne, verduras y litros de aceite y por supuesto, la gigante paellera que sacaron del restaurante de David.
Viajaron 40 horas desde Alicante a Pzremysl.
Hoy son las estrellas de este albergue al que llegan a diario hasta 5 mil personas.
¿El ingrediente secreto? cocinar con dedicación, dicen, pero también platicar, bromear, vivir un poco. aligerarles a los desplazados un poco la carga.
“Me quedo con la sonrisa de los nenes, de los niños, de las madres. También hacemos un poco de show de la gente… Les digo, aguántame el plato y pum me voy y entonces se tiene que comer el Plato y se empiezan a reír, que ya hace muchos días que no se ríe esta gente, concluyó David Juan.
Ellos son muestra de que siempre, aún en tiempos de guerra, hay espacio para muestras de amor.