Los peligros de la selva del Darién no bastan para frenar a los migrantes que buscan el sueño americano, no les importa enfrentar a bandas criminales que operan en la zona ni a animales salvajes.
Su búsqueda de una vida mejor ha traído un aumento exponencial de cruces por esta frontera natural entre Colombia y Panamá, que ya suman 307 mil personas en lo que va del año.
Para enfrentar esta crisis migratoria, el Gobierno panameño anunció que tomará medidas contundentes, como el cierre de esta frontera, y denunció la falta de “cooperación internacional” frente a este problema.
“Nosotros tenemos el apoyo de algunas oenegés, pero no ha sido suficiente y hemos agotado todas las instancias ante una movilidad humana muy grande porque estamos recibiendo cerca de 2 mil a 3 mil personas diariamente”, afirmó el dijo el ministro de Seguridad Pública de Panamá, Juan Manuel Pino.
“Panamá ha toma la decisión de transformar este problema humanitario en problema de seguridad nacional’’, afirmó Juan Manuel Pino, ministro de Seguridad Pública de Panamá.
El Gobierno de Panamá, agregó el funcionario, ha gastado más de 60 millones de dólares para atender a los migrantes y aseguró que el tránsito sin control también ha causado “daños ambientales” en los ecosistemas naturales de ríos que sirven como fuentes de agua para poblaciones indígenas.