El Papa Francisco inauguró este domingo el año 2023 con un homenaje al “amado” pontífice emérito Benedicto XVI, fallecido la víspera, y cuyo funeral presidirá el próximo jueves en el Vaticano.
“Hoy encomendamos a la Santísima Madre al amado papa emérito Benedicto XVI para que lo acompañe en su paso de este mundo a Dios”, dijo el papa durante la solemne misa del primero del año en la basílica de San Pedro.
“Nos unimos todos juntos, con un único corazón y una única alma, al dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia”, dijo el pontífice argentino desde la ventana del palacio apostólico al mediodía con ocasión del Ángelus dominical.
La multitud congregada en la plaza de San Pedro, entre ellos numerosos representantes de países en guerra con sus banderas, aplaudió las palabras de Francisco, quien posteriormente observó un minuto de silencio.
“Benedicto XVI era una gran persona, muy simple y humilde”, dijo a la AFP la profesora italiana Paola Filippa, de 58 años.
Francisco honró la víspera con un conmovedor homenaje a su predecesor, el alemán Joseph Ratzinger, quien fue el primer pontífice en renunciar en la historia moderna.
El brillante teólogo y ferviente guardián del dogma, que dejó su cargo en 2013 aduciendo el declive de sus fuerzas, falleció el sábado a los 95 años tras varios días de agonía en el monasterio dentro del Vaticano, donde residía desde su renuncia.
“Con emoción recordamos a una persona tan noble, y bondadosa”, dijo Francisco el sábado durante las oraciones por la Nochevieja en la basílica de San Pedro.
“Solo Dios conoce el valor y la fuerza de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia”, aseguró en sus primeras palabras públicas sobre la muerte de Benedicto XVI.
El funeral será presidido el 5 de enero por Francisco en la plaza de San Pedro.
Un funeral inédito
Se trata de la primera vez en la historia que un papa reinante celebrará las exequias de un papa emérito.
La ceremonia comenzará a las 08:30 horas y será sobria, tal como deseaba el mismo Benedicto XVI.
Con ese acto concluirá también la saga de los “dos papas”, los dos vestidos de blanco, que han convivido durante casi una década en el Estado más pequeño del mundo.
Será “una ceremonia sencilla”, precisó el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
Los fieles podrán velar a partir del lunes por la mañana hasta el miércoles el cuerpo de Joseph Ratzinger en la capilla ardiente que se abrirá en la basílica de San Pedro.
La víspera, numerosos católicos presentes en el Vaticano expresaron su tristeza por la muerte del pontífice alemán, quien representaba una visión conservadora de la Iglesia, menos sensible a los conflictos y problemas de los más pobres del mundo.
“Es un gran dolor. Era una persona muy reservada, pero percibimos su profundidad e hizo mucho por la Iglesia”, estimó Milo Cecchetto, un romano presente en la plaza.
En su testamento espiritual, escrito en 2006 y divulgado el sábado, Benedicto XVI pidió “perdón de corazón” a todos a aquellos a quienes pudo haber ofendido en su vida.
También agradeció a sus padres que le dieron la vida “en un tiempo difícil”, en la Alemania de 1927, que se encaminaba hacia el nazismo.
Se abre una nueva etapa
Su muerte suscitó reacciones en todo el mundo, desde el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hasta los presidentes de Estados Unidos, Francia o Rusia, que enviaron mensajes de pésame.
El fallecimiento de Benedicto XVI abre también una nueva etapa para el pontificado de Francisco, de 86 años, quien en varias ocasiones ha confesado que no descarta renunciar si queda incapacitado.
Una opción que resultaba imposible con dos papas en el Vaticano, uno emérito y otro reinante. Tres pontífices sería impensable aún para los más anticlericales.
Para muchos observadores y vaticanistas, Francisco está empeñado en una serie de reformas internas y no piensa abdicar por ahora.
Podría eso sí fijar las normas para los papas eméritos tras el precedente sentado por Benedicto XVI, el primero en renunciar en seis siglos de historia.