El tercer aniversario de la ley que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo en Taiwán no ha podido ser una realidad para Vincent Chuang, que sigue sin poder casarse con su pareja, que es extranjero.
Taiwán fue pionero en la región al legalizar las uniones entre personas del mismo sexo el 17 de mayo de 2019 a fin de proteger los derechos de las personas LGBTI en Asia, pero las personas taiwaneses pueden casarse con personas extranjeros del mismo sexo si éstas provienen de un país donde esté autorizado el matrimonio entre individuos e individuas del mismo sexo.
Para los activistas LGBTI esta cuestión es discriminatorio y a menudo obliga a estas parejas a vivir su relación a distancia, más aún durante la pandemia.
Tal es el caso de Vincent Chuang, un profesor de 36 años, no pudo ver a su pareja, Andrew Espera, un filipino, durante dos años.
“Nos queremos y queremos estar juntos. No pedimos nada extravagante, solo un simple derecho”, declaró Chuang. Su relación con Andrew empezó en Filipinas hace seis años, cuando Vicent trabajaba como chef en el hotel que su prometido estaba.
Con el cierre de las fronteras de Taiwán para protegerse de la pandemia de COVID-19, la pareja tuvo que resignarse a vivir su relación a distancia. Estuvieron a punto de renunciar, pero Andrew obtuvo un visado de estudiante y pudieron volver a verse esta semana.
“Rezamos para que Taiwán nos acepte, acepte nuestra relación y nos autorice a ser una pareja legal, aunque mi país no haya legalizado aún el matrimonio entre personas del mismo sexo“, dice Andrew, de 31 años.
De acuerdo con la Alianza de Taiwán para la Promoción de los Derechos de Unión Civil, actualmente, unas 470 parejas binacionales del mismo sexo quieren casarse, pero no pueden, por ello, la asociación lanzó varios procedimientos judiciales para que se levante esta restricción y tuvo éxito en tres.
Las decisiones judiciales, dijo, sólo se aplican a las parejas que iniciaron el procedimiento. Las que quieren el mismo derecho deben emprender una larga batalla legal, por lo que existe una brecha que debe corregirse.
Un caso de esta brecha es el de Lee Wei-cheng, quien vio a su compañero birmano en la marcha del orgullo de 2019 por última vez, cuando unas 200 mil personas celebraron la legalización del matrimonio gay. Después de esto, estalló la pandemia en 2020, seguida del golpe de Estado en Myanmar un año después.
No pasa un día sin que Wei-cheng, un funcionario de 31 años, se preocupara por la seguridad de su pareja, de etnia karen.
“Esperamos vivir juntos en Taiwán y pensamos que casarnos sería lo mejor, pero seguimos sin poder hacerlo. Llevamos tres años separados. Como taiwanés, debería tener derecho a casarme con quien quiera, pero se me niega ese derecho“, finalizó.