Roxham Road es el último punto fronterizo en el viaje de miles de migrantes que cambiaron el llamado sueño americano por Canadá.
“Siempre lo he visto Canadá por televisión y mi sueño es ir. He visto es un país muy bonito y me gustaría conocer ese país. Porque en mi país he mucho sufrido y me gustaría tener una vida mejor”, dijo Marcello, migrante haitiano.
A pesar de las nevadas y el intenso frío, los niños son los más felices al ver los copos caer, mientras la policía repite “alto, el paso en este punto es ilegal, si lo hace será arrestado”.
En este paso, que separa a Canadá de Estados Unidos, haitianos, venezolanos, colombianos y turcos son registrados por la policía. Luego, trasladados al puesto fronterizo más cercano para realizar una solicitud de asilo.
Mientras esperan respuesta obtienen un permiso de trabajo, servicios de salud, alojamiento en hoteles o centros de asistencia, y los niños pueden ir a la escuela.
Más del 50% de solicitudes son aceptadas.
Quienes hacen la travesía, aseguran que todas las dificultades y la inseguridad del viaje, desde sus países de origen, vale la pena.
“Piden dinero, lo hacen bajar a uno del bus, y prácticamente lo traumatizan. Eso fue lo más difícil pero ya gracias a Dios pasó todo eso”, señaló Carolina, migrante de Colombia.
En Canadá, poco habituado a la migración masiva, cada vez más voces piden el cierre de este paso aunque los activistas rechazan la propuesta por el peligro que representa el invierno.
“Hablamos de mujeres embarazadas, familias con niños. Entonces cerrar Roxham Road, para nosotros, es poner en peligro a todas estas personas”, puntualizó Maryse Poisson, vocera de la ONG “Welcome Collective”.
En 2022, casi 40 mil personas llegaron de forma irregular por Roxham Road y el flujo migratorio aumenta.
Solo en enero, más de 5 mil cruzaron este punto fronterizo.
