Cuando los talibanes tomaron el pueblo de Nawabad, en el centro de
Afganistán, las clases continuaron en la escuela secundaria local para chicas, una excepción en comparación con la mayoría del país donde las adolescentes no pueden estudiar.
El centro ha seguido en funcionamiento porque está gestionado por una ONG, lo que refleja las contradicciones emergidas en el país con las reglas implementadas por los nuevos dirigentes.
Los talibanes vinieron y vieron las estudiantes y las clases y estaban contentos porque todas llevábamos nuestro hiyab dijo una de las profesoras, Forozan.
Desde su regreso al poder en agosto, los
talibanes impusieron severas restricciones a las mujeres y las chicas a pesar de haber prometido menos brutalidad que en su primer mandato en los 1990.
En algunas provincias se ha convencido a las autoridades locales de los talibanes para
reabrir escuelas, pero millones de niñas todavía siguen al margen.
Sueños universitarios
En
Nawabad, la escuela está gestionado por el Comité Sueco para Afganistán (SCA), una organización activa en este país durante cuatro décadas.
Se ubica en la provincia de
Ghazni, controlada por los talibanes durante largo tiempo y donde han tolerado ampliamente la educación femenina.
En
Langar, otra localidad del distrito, la única clase para chicas y mujeres jóvenes de otro proyecto gestionado por SCA sigue también en marcha.
Cuando los talibanes tomaron Kabul, no teníamos ninguna esperanza de que dejaran a la escuela continuar. Pero lo hicieron comentó Mahida, de 18 años.
Su clase está formada por mujeres de 18 a 26 años, que no tuvieron educación y ahora se preparan para los exámenes de final de año.
Teníamos miedo de ir a la escuela. No podíamos salir de casa por la guerra cuenta Mahida.
Todas las chicas en Langar esperan continuar sus estudios para convertirse en profesoras, médicas o ingenieras.
Pero ni siquiera saben si podrán presentarse a los exámenes de acceso a la universidad.