Un político nacionalista que fue liberado de prisión durante las protestas que derrocaron al presidente de Kirguistán el año pasado, fue elegido como su reemplazo.
Además de darle a Sadyr Zhaparov una abrumadora victoria con el 79% de los votos, los votantes también aprobaron un referendo para cambiar la Constitución y otorgarle a la Presidencia más poder.
Las elecciones llegan después de la expulsión del presidente en octubre.
La ex nación soviética del centro de Asia cayó en la agitación después de una elección parlamentaria que ganaron abrumadoramente partidos a favor del Gobierno.
Los partidarios de la oposición acusaron a las autoridades de manipular la elección y obligaron a que renunciara el presidente Sooronbai Jeenbekov el 15 de octubre.
Zhaparov, quien estaba encarcelado desde 2017 tras ser acusado de estar involucrado en el secuestro de un gobernador regional, dirigió el derrocamiento de Jeenbekov.
Es la tercera vez en 15 años en que un líder del país de 6.5 millones de habitantes en la frontera con China fue obligado a dimitir por un levantamiento popular.
Como los levantamientos previos que derrocaron a presidentes en 2005 y 2010, el más reciente fue impulsado por las rivalidades entre clanes que moldean la política del país.
El domingo, Zhaparov presionó para que se reformara la Constitución, bajo la cual la Presidencia obtiene poderes que antes tenía el Parlamento.
Kirguistán, que es miembro de las alianzas económicas y de seguridad dominadas por Rusia, acoge una base aérea rusa y depende del apoyo económico de Moscú.
Antes era el sitio de una base aérea de Estados Unidos que sirvió como un importante centro de transporte durante la guerra de Afganistán.
Rusia ha expresado preocupaciones sobre la agitación en Kirguistán, pero se contuvo de apoyar a cualquiera de los candidatos presidenciales.