En Jerusalén, apenas a unas horas de iniciado el cese al fuego entre el gobierno de Israel y el grupo islamista Hamás, manifestantes palestinos y la policía israelí se enfrentaron en la explanada de las mezquitas.
Tras la oración del viernes, los palestinos arrojaron piedras y bombas molotov, mientras los policías dispararon granadas paralizantes.
Un episodio similar detonó el conflicto que duró 11 días, luego de la protesta palestina ante la amenaza israelí de desalojar a algunas familias del este de Jerusalén.
Debido a las hostilidades, que iniciaron el 10 de mayo, el Tribunal Supremo de Israel pospuso la audiencia sobre el desalojo de estas familias, programada para ese mismo día.
Para el líder de Hamás, Ismail Haniyeh, el cese no pone fin al conflicto, que podría escalar más.
Esta victoria es una victoria estratégica. La batalla ‘Espada de Jerusalén’ terminó muchas etapas y abrió nuevas etapas que serán testigos de muchas victorias, muchos éxitos y mucha construcción estratégica en todos los niveles”, dijo Ismail Haniyeh, líder de Hamas.
En tanto, el primer ministro israelí aseguró que no tolerará una nueva agresión de Hamás.
Si Hamás cree que toleraremos un goteo de cohetes, está mal. Responderemos con una potencia diferente a cualquier demostración de agresión contra las comunidades que rodean Gaza o en cualquier otro lugar del Estado de Israel”, advirtió Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel.
Miles de familias desplazadas por el conflicto volvieron a sus casas y encontraron sólo ruinas. El saldo es de 243 palestinos y 12 israelíes muertos.
Mientras, en Gaza inició el acceso de ayuda humanitaria.