Con la invasión de Rusia a Ucrania, no deja de surgir información respecto de cuál será el siguiente paso del presidente Vladimir Putin, desde que inició el conflicto el 24 de febrero.
En ese sentido, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha advertido del riesgo de que el ejército ruso esté alistando un ataque químico contra territorio ucraniano. Además, Volodimir Zelenski, mandatario de Ucrania, ha manifestado que existe un ‘riesgo real’ de que su contraparte rusa utilice armas químicas.
Por tal motivo, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, advirtió que Rusia pagaría “un precio muy alto” si consuma ese tipo de ataque, pero se ha negado a especular sobre una posible respuesta militar por parte de los aliados.
Ante tal escenario, surge la pregunta, ¿qué engloba una agresión química? Y, ¿cómo afectaría a la humanidad de llegar a suceder?
De acuerdo con la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), éstas sirven para acabar con cualquier tipo de vida mediante sustancias químicas tóxicas que acaban por ser venenosas para los seres humanos.
Dentro de la definición de arma química también se incluyen aquellas municiones, dispositivos y otros equipos diseñados específicamente para convertir en arma a las sustancias químicas tóxicas.
¿Cómo afecta al cuerpo humano esta arma?
Para Johnny Nehme, experto en armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), los agentes de guerra química se clasifican en diferentes categorías, según el efecto que causan.
Por ejemplo, están los agentes vesicantes, como el agente del gas mostaza, diseñados para producir ampollas en la superficie con la que entren en contacto. Éstos, se transportan en microgotas: al entrar en contacto con la piel o con las partículas de humedad de los pulmones, provocan una reacción química y produce ampollas. No está diseñado para matar, sino para inhabilitar, generalmente a los soldados.
Cuando entran en contacto con los ojos, provocan ceguera, y cuando ingresan en los pulmones impide la respiración. Tienen una tasa de mortalidad del 5%. Este agente fue pensado solo para herir a un soldado, de modo que otros cinco o seis soldados vayan a ayudarlo y, así, quede reducida la capacidad de ese grupo armado.
La segunda categoría la integran los agentes neurotóxicos, como el sarín o el VX.
“En este caso, se trata de agentes neurotóxicos, porque detienen la actividad de una enzima asociada con los músculos”, dice el especialista.
Por lo tanto, esos agentes producen calambres en todos los músculos, incluidos los pulmones, o en los músculos que controlan a estos últimos y, como consecuencia, provocan la muerte por sofocación. La tasa de mortalidad de estos agentes es muy alta.
Guerras químicas en la historia
El debut de la guerra química se produce durante la I Guerra Mundial. No obstante, no está claro quién fue el primero en usar esta forma de agresión, según un artículo denominado ‘Guerra química en la I y II Guerras Mundiales’. Por tanto, según la investigación, sería el 22 de abril de 1915 cuando se produciría el primer ataque químico. Ambos conflictos, pusieron de manifiesto que las armas de este tipo son fáciles de producir tecnológicamente, baratas, eficaces en muchos escenarios y difíciles de detectar.
No obstante, la mayor amenaza actual se centra en el uso de armas químicas con fines terroristas, dice este análisis.
“Sólo en Estados Unidos, entre 1960 y 1999, se registraron 415 incidentes relacionados con agentes químicos, biológicos y radiactivos”. De ellos, agrega el estudio, 151 se consideraron terroristas, 160 criminales y el resto fueron accidentales o motivados por otras causas.