Centenares de personas se reunieron este miércoles en Saná, capital de Yemen bajo control de los rebeldes hutíes, para presenciar la ejecución de tres hombres condenados por diversos crímenes contra niños.
Estas fueron las primeras ejecuciones públicas en la capital yemení, desde agosto de 2018, cuando los insurgentes abatieron a balazos a tres hombres y colgaron sus cadáveres de una grúa, dos por haber violado y matado a un niño, y un tercero por asesinar a sus hijas.
Cercanos a Irán, los hutíes chiitas establecieron un régimen muy represivo en Saná y en otras zonas del norte del país que controlan en gran parte tras una guerra que dura más de seis años contra las fuerzas del gobierno, apoyadas por Arabia Saudita.
Bajo un fuerte dispositivo de seguridad, los tres reos fueron colocados boca abajo sobre un lienzo rojo y abatidos a balazos por la espalda.
Estas ejecuciones, así como otras de años anteriores, son presentadas como un ejemplo de los esfuerzos de los insurgentes para enfrentar los delitos en las regiones que controlan.
La toma de Saná en 2014, sumió al país en una guerra devastadora.
Con decenas de miles de muertes de acuerdo a las organizaciones humanitarias, millones de personas desplazadas y una población al borde de la hambruna, el país continúa sumido en lo que la ONU considera el peor desastre humanitario actual en el mundo.