Uno de los principales aliados de Alexéi Navalny, Leonid Volkov, anunció la disolución de la red de oficinas que dan apoyo al dirigente opositor para anticiparse a las posibles sanciones que derivarían en caso de que se les condene por extremismo, como ha solicitado la Fiscalía.
Un tribunal de Moscú ya ordenó esta semana la suspensión temporal de las actividades de fundaciones vinculadas a Navalny y de sus oficinas de campaña mientras estudia la petición del Ministerio Público que acusa a estas organizaciones de promover la desestabilización política y social de Rusia.
Para Volkov, resulta imposible mantener el trabajo de la red de oficinas de Navalny en su estado actual, en la medida en que cree que están expuestas a un castigo que conllevaría penas de cárcel para los trabajadores de estas instalaciones y para cualquier persona relacionada.
Ningún cambio de marca nos ayudaría, ni siquiera podríamos fingir que somos una organización diferente ahora”, comentó Leonid Volkov.
Lamentablemente, es imposible trabajar en estas condiciones y no queda más opción que la disolución”, agregó.
Las autoridades judiciales rusas no han aclarado cuándo puede llegar la sentencia definitiva que supondría la ilegalización de las organizaciones de apoyo a Navalny, quien entretanto continúa preso para cumplir una condena de fraude que tenía pendiente desde 2014.
El líder opositor entró en la cárcel tras regresar en enero en Moscú, tras pasar varios meses en Berlín recuperándose de un envenenamiento con un agente nervioso.
Navalny mantuvo durante tres semanas una huelga de hambre para protestar por sus condiciones de reclusión, pero ha terminado por deponerla ante el empeoramiento de su estado de salud.
Este jueves, el opositor asistió por videoconferencia a una vista judicial por el recurso contra la condena que recibió en febrero por difamar a un veterano de la Segunda Guerra Mundial (SGM).
Las imágenes, las primeras desde que llegó a la prisión, han mostrado a un Navalny más delgado y con la cabeza rapada.