Escuelas cerradas, trenes paralizados, funcionarios ausentes en múltiples ministerios. Reino Unido vive este miércoles su mayor jornada de huelga en 11 años con paros en numerosos sectores, unidos por la reivindicación de mejores salarios frente a una inflación de 10.5%.
Unas 20 mil escuelas en Inglaterra y Gales se vieron afectadas por el primero de siete días de huelgas convocados para febrero y marzo por profesores de educación primaria y secundaria, que se suman así a las protestas iniciadas hace meses en muchos otros sectores.
“Soy profesora en Londres y me está costando muchísimo pagar mi alquiler. Tengo hijos pequeños y me gustaría darles algo más que lo básico. Actualmente, ser profesor es muy estresante e implica jornadas de diez horas diarias”, explicó Ciara Osullivan a la puerta de su escuela.
La huelga de los profesores coincide con uno de los múltiples paros aprobados por los maquinistas de una docena de compañías ferroviarias y con el personal de 150 universidades.
También con la acción de unos 100 mil funcionarios de ministerios, puertos, aeropuertos e incluso centros de exámenes para el permiso de conducir. En total, hasta 500 mil personas en huelga.
La ministra de Educación, Gillian Keegan, se mostró “decepcionada” y “muy preocupada” por la huelga y consideró que conceder los aumentos salariales reclamados sería incoherente cuando las arcas del Estado se ven bajo fuerte presión y endeudamiento.
“En el mismo barco”
Los paros prometían un día de caos para muchos, pero la situación en estaciones de trenes habitualmente muy frecuentadas como King’s Cross en Londres era tranquila, en gran parte gracias a la generalización del teletrabajo desde la pandemia.
Se evitaba así la paralización de la actividad vivida en la última huelga masiva de funcionarios en Reino Unido, en noviembre de 2011.
Kate Lewis, trabajadora de una ONG, se considera “afortunada” de tener un tren para volver a su casa en Newark, en el norte de Inglaterra, y asegura comprende a los huelguistas.
“Todos estamos en el mismo barco. A todos nos afecta la inflación”, comentó.
Aunque cada sector tiene sus reivindicaciones, todos se unen en la reclamación de aumentos salariales ante una inflación que lleva meses por encima de 10% (10.5% en diciembre) y deja a muchas familias sin más opción que los bancos de alimentos.
Esta profunda crisis llevó en diciembre a las enfermeras a realizar su primera huelga nacional en los más de 100 años de historia de su sindicato.
Tras una negociación infructuosa con el Gobierno conservador de Rishi Sunak, convocaron dos días de paro más en enero y otros dos el 7 y 6 de febrero.
Este último día coincidirá con una acción en Inglaterra y Gales del personal de ambulancias en la que puede ser la mayor huelga en la maltrecha sanidad pública británica, aquejada por años de austeridad, desde su creación en 1948.
Apoyo popular
Pese al caos por los incesantes paros, 59% de británicos apoya la huelga de enfermeras y 43% respalda a los profesores, según un sondeo de Public First publicado por Politico.
Varias organizaciones de padres de alumnos afirmaron este miércoles en un comunicado apoyar el movimiento, señalando “las consecuencias de años de financiación insuficiente” en las escuelas.
El ejecutivo defiende por su parte la necesidad de imponer servicios mínimos en sectores claves y presentó para ello un proyecto de ley cuya aprobación avanza sin dificultades en el Parlamento.
“La postura del Gobierno es insostenible. No puede ignorar un movimientos de huelga sin precedentes y que sigue creciendo”, declaró a Sky News el secretario general del sindicato de funcionarios PCS, Mark Serwotka.
La protesta de este miércoles llega en mal momento para Sunak, en la víspera de sus 100 días en el poder marcados por la crisis y coincidiendo con el tercer aniversario de un Brexit que solo 20% de británicos considera bien encaminado, contra el que votaría ahora 56% (frente a 48% en el referéndum de 2016), según una encuesta de YouGov de diciembre.
Como guinda, un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) predijo el martes que Reino Unido será el único país del G7 cuya economía se contraerá en 2023.