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Restaurantes en París se resisten a nuevo cierre por pandemia

Lo único que pedimos es que nos dejen trabajar”, clama el venezolano Pablo Franco, dueño de dos restaurantes en París, mientras mira nervioso las facturas que se amontonan en su escritorio tras seis meses de una pandemia devastadora para su negocio.

El sector restaurantero en Francia ha levantado cabeza progresivamente desde junio, cuando se fueron retirando las restricciones impuestas para frenar al Covid-19, pero un nuevo repunte de contagios en las últimas semanas hace temblar al sector.

Con una tasa de incidencia de 250 casos por cada 100 mil habitantes, Marsella (sureste), la segunda ciudad de Francia, fue la primera víctima de la temida segunda ola del nuevo coronavirus, al pasar la semana pasada a alerta “máxima”, lo que forzó el cierre de todos sus restaurantes y bares.

París, que según las últimas cifras alcanza ya los 263 casos por 100 mil  habitantes y tiene hasta un 35% de las camas de los servicios de reanimación ocupadas por pacientes con coronavirus, podría seguir sus pasos. Si se confirma el deterioro de la situación sanitaria este fin de semana, el gobierno contempla cerrar todos los bares y restaurantes desde el lunes 05 de octubre.

“Sería dramático”, zanja nervioso Franco, de 33 años, mientras se toma su enésimo café del día. “Julio y agosto estuvimos a media máquina y recién ahora en septiembre estamos comenzando a volver a los niveles de antes del Covid. Si nos vuelven a cerrar sería prácticamente un año perdido”, añade, encogiéndose de hombros.

Sus dos socios, el venezolano Elvis Bustillos y el colombiano Alexey Salazar, guardan en la cocina la mercadería que recibieron temprano por la mañana y cruzan los dedos para que esta vez no termine en la basura.

 

En el primer cierre intentamos repartirnos la mercadería entre nosotros y los empleados, pero terminamos botando mucha comida. Si nos cierran volveremos a perderla”, teme Pablo Franco.

Oriundo de Valencia, al norte de Venezuela, este hombre emigró a Francia hace 10 años, huyendo de la crisis que golpea a su país. Hasta el día de hoy siente que “tiene suerte” de estar en París, pero desde que estalló la pandemia, esa “inestabilidad” de la que quiso escapar lo ha vuelto de alguna manera a atrapar. “Vivimos día a día”, resume.

Dos años después abrieron el segundo local. “Veníamos con una velocidad crucero hasta que llegó el Covid”, dice Franco.

Sus restaurantes han pasado de abrir desde el mediodía hasta la noche a hacerlo sólo para la hora de almuerzo. “Intentamos volver a atender la noche, pero no fluía como antes”, lamenta Franco, que estima que sus dos establecimientos han registrado una caída de ventas acumuladas del 40% este año.

Durante los tres meses de cierre, él y sus socios tuvieron que seguir pagando sus gastos fijos, como el alquiler, que se eleva a 6 mil euros (unos 7 mil dólares), o las facturas de electricidad, sin ningún ingreso.

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