Este miércoles, 17 de agosto, las principales confederaciones sindicales de Argentina se manifestaron este miércoles en Buenos Aires contra el alza de los precios, en una jornada en la que también marchan por separado los movimientos sociales que representan a los trabajadores informales y los desocupados.
Por primera vez, desde que en diciembre de 2019 asumió el gobierno el presidente Alberto Fernández (centro-izquierda), de quien son aliados, los sindicatos decidieron marchar hasta la sede del Congreso para protestar por el alto costo de la vida en este país que registra uno de los índices de inflación más altos del mundo, con un acumulado de 46.2% de enero a julio.
“Los sindicatos orientaron sus reclamos hacia el sector empresarial, al denunciar la irresponsabilidad económica de los grandes formadores de precios que remarcan el valor de los productos esenciales para mejorar sus márgenes de ganancia”, según el documento que presentaron.
También apuntaron contra “la especulación financiera que busca una devaluación que sólo favorece a los grupos económicos concentrados y empobrece a la gran mayoría de los argentinos”.
Con una inflación que se proyecta en 90% para este año, muchos trabajadores en Argentina consideran que, pese a tener un empleo formal, sus salarios están por debajo del valor de la canasta básica, que marca el límite de la pobreza.
Un 37% de la población argentina vivía en la pobreza en 2021.
Paralelamente a esa manifestación, las organizaciones sociales de izquierda, cada vez más enfrentadas al gobierno, se movilizaron este mismo miércoles a la céntrica Plaza de Mayo, donde se encuentra la Casa Rosada, sede de la presidencia.
Los movimientos sociales reclaman más ayudas estatales, y han planteado la aprobación de un ingreso básico universal, en momentos en que el gobierno debe reducir el déficit fiscal, en consonancia con un acuerdo crediticio con el Fondo Monetario Internacional por 44 mil millones de dólares.
Manifestantes levantan campamento frente a la presidencia argentina
Apenas el pasado jueves 11 de agosto, y tras pasar la noche en carpas instaladas en la Plaza de Mayo -frente a la presidencia-, organizaciones sociales de Argentina concluyeron una protesta pacífica de 24 horas en reclamo de mayor ayuda social para contrarrestar la pobreza y la desbordada inflación.
El llamado “acampe”, con más de un millar de carpas montadas en este tradicional epicentro de protesta en Argentina, fue el punto culminante de una multitudinaria marcha de la izquierdista Unidad Piquetera, enfrentada con el gobierno peronista de Alberto Fernández.
“Levantamos el acampe pero continúa el plan de lucha bajo otra metodología. Estuvimos 24 horas haciendo un reclamo muy fuerte que tiene que ver con una situación social muy grave que necesitamos resolver inmediatamente”, dijo Eduardo Belliboni, dirigente del partido Polo Obrero.
Organizaciones convocaron a la marcha de este miércoles.
A primera hora de la mañana del jueves se levantaron las carpas y numerosos manifestantes se fueron retirando de la plaza, donde cerca del mediodía se realizó una asamblea a cielo abierto que dio por terminada la protesta.
Las organizaciones exigían ser escuchadas por el nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, pero las recibió un funcionario de rango menor.
“Pasamos la noche con mucho frío, pero hubo mucho compañerismo. Venimos todos por lo mismo. Mucha gente la está pasando mal económicamente, hay una crisis enorme en la Argentina y tenemos que hacer esto porque el gobierno nos quiere sacar de la calle pero no de la pobreza”, declaró Susana Verón, activista del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST).
Bonos contra la indigencia
En declaraciones a la televisión pública, el secretario de Articulación de Política Social del gobierno, Gustavo Aguilera, consideró que la manifestación “parece más un capricho político que una protesta concreta”.
Aguilera apuntó que hace un par de semanas el Gobierno de Argentina otorgó un bono extra de 11 mil pesos (casi 80 dólares al cambio oficial) en agosto, para quienes se benefician del plan “Potenciar Trabajo”, uno de los numerosos subsidios que otorga el Estado argentino a los más postergados.
Además, Massa anunció la semana pasada un aumento de 15.53% para las jubilaciones en septiembre, que se aplicará también en la asignación universal por hijo y por embarazo, otros dos programas de ayuda social. Asimismo, se dará un bono de 7 mil pesos (50 dólares) a las jubilaciones más bajas.
“Eso es absolutamente insuficiente. Necesitamos un bono para todos los que están por debajo de la línea de indigencia, que son muchos más que los jubilados”, reclamó Eduardo Belliboni.
La pobreza en Argentina llegó a 37% en 2021 y se estima que la próxima medición será de 40%, cuando el gobierno promete cumplir con la reducción del déficit fiscal acordada con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar una deuda de 44 mil millones de dólares.
El índice de inflación de julio, que llegó a 7.4%, el más alto en 20 años, al dispararse luego de la intempestiva renuncia del exministro de Economía Martín Guzmán, impactó en el mercado cambiario con un fuerte aumento de la cotización del dólar paralelo y financiero.
El propio Sergio Massa definió como “la mayor fábrica de pobres” a la inflación, que acumuló 46.2% de enero a julio de este año y analistas del mercado estiman alcanzará 90% al cierre de 2022.