
Sudán vive una tensa calma, tras la multitudinaria protesta del sábado, que dejó al menos tres muertos y 100 heridos, contra el reciente Golpe de Estado.
Desde el domingo, las calles de la capital, Jartum, comenzaron a registrar mayor actividad, con la apertura de algunas gasolineras y bancos.
Sin embargo, el servicio de internet sigue limitado.
Además, muchas instituciones siguen con las puertas cerradas y los empleados no han podido acudir a sus puestos de trabajo.
También se realizan huelgas en varias partes, en respuesta al llamamiento a la “desobediencia civil” que hicieron varios grupos opositores.
En tanto, 48 países pidieron al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convocar a una sesión especial para abordar las implicaciones del golpe sobre las garantías individuales, como detenciones arbitrarias y la represión militar.