
Este fin de semana, el gobierno de Donald Trump cesó al personal de Voice of America (VOA), Radio Free Asia y otros medios de comunicación que operan hacia el exterior, y que son financiados por Estados Unidos, al considerar que son “innecesarios”.
Tal situación provocó la ira de los defensores de la libertad de prensa que los consideran contrapesos democráticos en todo el mundo.
Asimismo, la Casa Blanca explicó que los contribuyentes ya no tienen que pagar la propaganda radical.
Cientos de reporteros y otros miembros del personal que laboraba en esas emisoras públicas financiadas por Estados Unidos, recibieron un correo electrónico en el que se les prohibía el acceso a sus oficinas y debían entregar los pases de prensa, sus teléfonos de oficina y otros equipos.
Trump emitió el viernes una orden ejecutiva que incluye a la Agencia Estadounidense de Medios Globales (USAGM) entre los elementos de la burocracia federal que el presidente ha determinado que son innecesarios.
A raíz de esto, Kari Lake, ferviente partidaria de Donald Trump, a quien nombró para un puesto de asesora en la USAGM tras su derrota en las elecciones al Senado por Arizona, escribió en un correo electrónico que las subvenciones federales a estos medios “ya no son una prioridad” para la agencia.
La Casa Blanca declaró que los recortes garantizarían que “los contribuyentes dejen de pagar la propaganda radical”, lo que supone un drástico cambio de tono hacia las redes creadas para extender la influencia de Estados Unidos en el extranjero.
Mientras que el director de la VOA, Michael Abramowitz, dijo ser parte de unos mil 300 empleados que perdieron sus empleos el sábado.
“La VOA ha sido un activo invaluable para los Estados Unidos, jugando un rol esencial en la lucha contra el comunismo, el fascismo y la opresión, y en la lucha por la libertad y la democracia alrededor del mundo”, dijo Abramowitz en Facebook.