Hay más conciencia social, más leyes, más estadísticas y una respuesta estatal más presente, pero aún así la violencia feminicida se mantiene en la región. Por eso también hay más gritos que piden que se detenga, voces de distinta procedencia, edad y raza que dicen “¡Basta!” y que exigen respuestas a sus gobiernos.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) documentó que una mujer es asesinada por razones de género cada dos horas: una realidad en 26 países y territorios.
En 2022, las víctimas latinoamericanas de feminicidios sumaron 4 mil 50, según las cifras entregadas por los Estados.
Estos asesinatos son, en palabras de la Cepal, “la expresión extrema de la desigualdad, la discriminación y las múltiples formas de violencia contra las mujeres y las niñas”.
El clamor es el mismo, las voces diferentes, pero cruzaban fronteras. Una estudiante uruguaya en México que sólo quiso dar su primer nombre, Cecilia, recordó que hoy era más importante que nunca tomar las calles.
“Creo que estamos en un momento de mucho retroceso en distintos países respecto a los derechos que hemos conquistado”, dijo Cecilia.
En tanto, un grupo de mujeres brasileñas gritó “por el derecho a vivir de todas las mujeres” en la playa de Copacabana de Río de Janeiro.
Las calles de Argentina fueron probablemente donde más se dejó notar ese sentimiento dirigido contra el ultraderechista Javier Milei, presidente electo del país sudamericano desde el domingo pasado.
“Ni un ajuste más, ni un derecho menos”, repitieron indignadas unas 2 mil mujeres en Buenos Aires.
Las feministas argentinas, que han sido una de las voces más fuertes del continente por los derechos de las mujeres, aseguraron que no darían “ni un paso atrás” en derechos que les han costado mucho lograr, como el del aborto.
A miles de kilómetros de allí, en Ciudad de México, las protestas iniciaron el viernes por la noche con la plaza principal de la capital del país transformada en un ‘cementerio’ de mujeres.
En Quito, Ecuador, una mujer pintó como las populares catrinas mexicanas al tiempo que gritaba: “las niñas son niñas, las niñas no son madres”.
Según la Cepal un 4% del total de víctimas de violencia son niñas menores de 15 años. Y hay casos de matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados en una de cada cinco niñas. Además, más de 400 menores perdieron a su madre o cuidadora por feminicidio en 2022.
En Caracas, Venezuela, repitieron “mujer, vida, libertad”, muchas con símbolos de mariposas en sus manos en recuerdo de las hermanas Mirabal, feministas dominicanas apodadas “Las Mariposas” y asesinadas por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo precisamente el 25 de noviembre de 1960, la efeméride que dio origen a las conmemoraciones anuales en esta fecha.
Según las estadísticas que maneja la Cepal a partir de encuestas en 10 países de la región, alrededor de dos de cada tres mujeres son víctimas de violencia por razón de género en distintos ámbitos.
Además, una de cada tres vive o vivió agresiones físicas o sexuales por su pareja o expareja, “lo que conlleva el riesgo de la violencia letal”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además, sólo tres de 19 países reportan datos de fuentes oficiales sobre denuncias de violencia o medidas cautelares que permitan evaluar la eficacia de las políticas públicas y de las instituciones; y sólo en siete países hay regulación para atender e indemnizar desde el Estado a los hijos de las mujeres víctimas de feminicidio.
El organismo regional concluye, por tanto, que la amenaza recae sobre 88 millones de mujeres mayores de 15 años de América Latina y el Caribe. Pero va más allá. Las calles lo tienen claro. Los gobiernos todavía no.