Un grupo de voluntarios franceses fabrica piezas y material militar impreso en 3D para enviar a los soldados ucranianos, quienes sostienen una guerra con Rusia desde el 24 de febrero de 2022.
Entre el material fabricado se encuentran periscopios, proyectiles de granadas, partes de drones y aletas de plástico similares a las de los cohetes, enroscados en botellas cargadas de explosivos, que pueden lanzarse en el frente ruso a hasta 2 mil kilómetros de distancia.
Vincent (nombre ficticio) es uno de los hombres involucrados en la fabricación de estas piezas; en su domicilio cuenta con una impresora 3D con la que realiza sus pedidos, y señala que las transacciones con las empresas parisinas que lo contratan son breves: pesan la caja y nadie pregunta sobre el contenido.
Detrás de esto, está la organización ucraniana Druk Army, un “ejército de impresoras”, creado en 2022 que transmite los pedidos de los soldados a 6 mil 600 voluntarios equipados con impresoras 3D.
“Trabajamos en estrecha colaboración con los soldados, ellos nos dan su opinión sobre el material enviado”, explica uno de los voluntarios.
Armas “hechas a mano”; negocio barato
Expertos señalan que la realización de piezas o armas hechas a mano siempre ha fungido como una solución en situaciones de guerra.
“En el marco del conflicto ucraniano, el material creado antes de la guerra tal vez sea menos eficaz que el material elaborado teniendo en cuenta las necesidades y las opiniones directas desde el terreno”, señaló Léo Péria-Peigné, investigador del Centro de Estudios en Seguridad del Instituto Francés de Relaciones Internacionales.
Al hablar del precio del proceso de producción, este se considera barato, pues un kilo de plástico les cuesta alrededor de 10 euros (unos 197 pesos mexicanos). De acuerdo con Vincent, su último pedido, incluyendo envío, le costó 70 euros (unos mil 380 pesos mexicanos).
En los últimos dos años, Druk Army ha entregado casi 151 toneladas de equipo, con impresoras “en los principales países occidentales”.
Aunque al inicio estaba dirigido a ucranianos, su sitio web tiene ahora una pestaña destinada a extranjeros y ‘hubs’ en 11 países europeos para centralizar los envíos.
Una actividad ilegal
Aunque admite que la mayoría de las veces no sabe lo que imprime, Vincent indica que lo hace por ayudar.
“No soy belicista. Es gente que no tiene medios para defenderse y está siendo atacada injustamente. Nuestros gobiernos no están haciendo realmente el trabajo, yo tengo la posibilidad de hacer una pequeña parte, así que lo hago”, comentó Vincent.
Además de los envíos oficiales de equipo militar a Kiev, Estados Unidos también apostó por la impresión 3D, enviando máquinas imponentes. Sin embargo, para particulares, la fabricación y venta de armas es ilegal y se castiga con cinco años de cárcel y 75 mil euros de multa (más de 1.4 millones de pesos).