China está en los reflectores mundiales dado que celebrará este 17 de octubre su XX Congreso del Partido Comunista (PCCh), que tiene como uno de sus objetivos, la nueva conformación de poder real para el siguiente lustro.
Xi Jinping de 69 años, quien lidera la segunda potencia económica mundial, ha puesto todas sus esperanzas en dicho evento del Partido Comunista en el que busca un tercer mandato de forma consecutiva, ya que con ello pretende entre otras cosa consolidar su poder y establecer su supremacía.
El Politburó, el órgano máximo del Partido Comunista, conformado por los 25 miembros más importantes y un grupo “élite” de 7 integrantes llamado Comité Permanente, son quienes darán pauta para lograr la consolidación del presidente chino.
Combate a la corrupción, herramienta política
Cuando fue elegido hace una década, Xi prometió acabar con los funcionarios deshonestos, ya fueran “tigres” con altos cargos o “moscas” de bajo nivel.
Más de 1.5 millones de funcionarios fueron castigados desde entonces, según datos del órgano de disciplina del partido, y la clasificación de China en el índice de percepción de corrupción de Transparencia Internacional mejoró.
Los críticos aseguran sin embargo que esta campaña es una herramienta política para eliminar a los rivales de Xi, entre los que han rodado cabezas en los meses previos al congreso de este año.
Alrededor de mil 100 cargos fueron sancionados desde comienzos de año, según datos del partido.
Entre ellos figuran el antiguo viceministro de Seguridad Pública, Sun Lijun y el ex ministro de Justicia, Fu Zhenghua, que pasarán el resto de sus vidas entre rejas.
“Esta última ronda de purgas, enmascarada como una campaña anticorrupción, garantizará que Xi tenga un control más estrecho, si no absoluto, de los aspectos políticos y personales” del congreso, dijo Willy Lam, analista político en la Universidad China de Hong Kong.
El presidente chino obtendrá un tercer mandato como líder del partido en el congreso que comienza el domingo, acabando con las reglas de sucesión seguidas desde los 1990.
“A pesar de todas las señales de que su gran objetivo de un tercer mandato está de hecho garantizado, Xi sigue paranoico por controlar los nombramientos en órganos de decisión clave en el partido”, añadió Lam.
Sun llegó a ser un lugarteniente de confianza de Xi. Supervisó la seguridad en Hong Kong durante los meses de protestas de 2019, y fue enviado a Wuhan al principio de la pandemia.
Pero cayó en desgracia por sus ambiciones políticas y fue acusado oficialmente de “dañar gravemente la unidad del partido”.
Sun confesó en enero en la televisión nacional que había aceptado sobornos por 14 millones de dólares, escondidos en cajas de marisco.
Otros que supuestamente estaban en “su camarilla”, incluido el exministro Fu y tres antiguos jefes de policía, también recibieron duras condenas.
“El caso de Sun Lijun está vinculado al absoluto control de Xi sobre el aparato de seguridad, que es indispensable para su agenda política”, dijo Yun Sun, director del programa de China en el Stimson Center de Washington.
“También envía un mensaje firme a cualquiera con ideas discordantes con el liderazgo de Xi”, añadió.
Más allá de la aparente unidad, la política interna del Partido Comunista de China ha estado siempre marcada por profundas luchas entre facciones que buscan ganar influencia.
“Hay algunos que son anti Xi pero muy propartido. No les gusta hacia dónde se dirige el partido bajo su poder”, indicó Alex Payette, jefe ejecutivo de la consultoría Cercius Group.
El XX Congreso del Partido Comunista (PCCh) ofrece a Xi la oportunidad de rebajar esta amenaza designando a aliados cercanos en el comité permanente del Buró Político, el órgano de siete miembros que en la práctica ostenta el poder en China.
Campaña anticorrupción para transformar el PCC
Más que cualquier líder chino desde Mao Zedong, Xi ha construido un fuerte culto a su personalidad. A partir de los 10 años, los niños reciben lecciones sobre el “Pensamiento de Xi Jinping”.
De acuerdo con Wu Muluan, experto en política china en la Universidad Nacional de Singapur, el presidente usó la campaña anticorrupción para transformar el PCC de “una dictadura colectiva a una dictadura personalista”.
Arrancando las voces críticas y colocando en su lugar a sus protegidos, ha conseguido llevar bajo su ala a tres focos de poder críticos del partido: el ejército, la máquina de propaganda y el aparato de seguridad interna.
Por ejemplo, el nuevo ministro de Seguridad Pública, Wang Xiaohong, conoce a Xi al menos desde mediados de los 1990, cuando trabajaban juntos en la provincia de Fujian (sureste).
“Xi elige gente que le ha mostrado una lealtad absoluta durante décadas”, apuntó Wu.
Rodearse de aliados se ha vuelto todavía más importante ante los desafíos presentes: una economía convaleciente, deterioro de las relaciones con Washington o la desconexión del mundo por la política de covid cero.
La carta anticorrupción es una herramienta potente para Xi para enviar un mensaje al número todavía considerable de oponentes en el escalón superior del partido”, opinó Lam.
“Cualquier oposición puede significar cárcel o al menos un feo acoso de las agencias anticorrupción, como vigilancia las 24 horas”, añadió.
Xi Jinping construyó en 10 años la mayor flota militar del mundo
Durante una década de poder de Xi Jinping, China construyó la mayor flota militar del mundo, modernizó el ejército más numeroso del mundo y amasó un arsenal balístico y nuclear capaz de poner en apuros a cualquier enemigo.
Y los próximos años de mandatos del presidente chino probablemente presencien una acelerada carrera armamentística en Asia-Pacífico ante la intención de sus vecinos de seguir el ritmo de Pekín.
De norte a sur, la compra de armamento se ha disparado en la región: Corea del Sur ha desarrollado una flota de alta mar y Australia ha adquirido submarinos de propulsión nuclear.
Según los datos del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en Londres, el gasto en defensa en Asia-Pacífico únicamente el último año superó el billón de dólares.
China, Filipinas y Vietnam duplicaron su gasto militar en la última década. Corea del Sur, India y Pakistán no se quedaron lejos.
Incluso Japón, dotado con una Constitución pacifista, propone presupuestos récord de defensa y se inclina a terminar con su antigua política citando un entorno de seguridad “crecientemente severo”.
“Todos los actores claves en la región de Indo-Pacífico responden a la modernización militar de China tan rápido como pueden”, dice Malcolm Davis, antiguo responsable de Defensa ahora en el Instituto de Política Estratégica de Australia.
Ejército Popular de Liberación
Durante años, el Ejército Popular de Liberación (EPL) se consideraba mal equipado e ineficiente: armado con municiones soviéticas anticuadas, lastrado por la corrupción y dominado por una fuerza de infantería con un pobre balance en campañas en el extranjero.
La participación del EPL en la guerra de Corea se saldó con 200 mil vidas chinas. En 1979, una invasión en Vietnam costó decenas de miles de bajas y ha sido borrada casi por completo de la historia oficial.
Cuando Xi asumió el mando del EPL en 2013, ya había reformas en marcha.
Habían empezado en los 1990, cuando su antecesor Jiang Zemin se vio sorprendido por las proezas militares estadounidenses en la guerra del Golfo y la tercera crisis del estrecho de Taiwán.
Pero “no fue realmente hasta Xi Jinping que este esfuerzo se tradujo en competencias”, dice el consultor estratégico Alexander Neill.
China acababa entonces de presentar su primer portaviones Liaoning, un buque ucraniano readaptado, y los aviones de combate J-15 basados en los Sukhoi soviéticos.
Ahora, el presupuesto militar chino lleva 27 años creciendo, según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz.
Actualmente, China cuenta con dos portaaviones activos, cientos de misiles balísticos de medio y largo alcance, miles de aviones de combate y la flota naval más extensa, superando a Estados Unidos.
Cuando Pekín bloqueó breve y parcialmente Taiwán en agosto, un alto mando militar estadounidense reconoció tácitamente que no sería tan fácil prevenir un bloqueo real, ni siquiera para Washington.
“Tienen una marina muy amplia y si quieren acosar y poner barcos alrededor de Taiwán, pueden hacerlo”, dijo Karl Thomas, comandante de la Séptima Flota.
En paralelo, su arsenal nuclear crece exponencialmente y, según el Pentágono, probablemente puede ser disparado desde tierra, mar y aire.
Según el Boletín de Científicos Atómicos, China dispone de 350 cabezas atómicas, casi el doble de lo que tenía durante la Guerra Fría.
La inteligencia estadounidense prevé que el arsenal se doble hasta las 700 en 2027, todavía muy lejos de las alrededor de 5 mil 500 en posesión de Washington.
El Pentágono alerta ante el poderío y la ambición militar de China.
“Es el único competidor capaz de combinar su poder económico, diplomático, militar y tecnológico para plantear un desafío sostenido al sistema internacional estable y abierto”, dijo en un informe el año pasado.
“Pekín busca remodelar el orden internacional para alinearlo mejor con su sistema autoritario y sus intereses nacionales”, añadió.
Dominio de EUA llega a su fin
Esta presunta ambición china ha impulsado muchos de los grandes proyectos de defensa de la región, que defienden como maniobras de disuasión ante un ataque convencional o las tácticas de milicias de la flota china.
Corea del Sur planea desarrollar su capacidad naval para operar lejos de la costa lo que, según los expertos, está más pensado en relación a China que a la amenaza nuclear de Corea del Norte.
En el marco de la alianza AUKUS con Estados Unidos y Reino Unido, Australia prevé adquirir ocho submarinos de propulsión nuclear que pueden permanecer largo tiempo bajo el agua y lanzar ataques de represalia.
También existe debate en ese país sobre obtener armamento hipersónico, misiles balísticos de largo alcanza e incluso los bombarderos furtivo B-21, un avión capaz de atacar cualquier parte del mundo sin ser detectado.
Para Davis, el analista australiano, estos proyectos obedecen a la toma de conciencia del creciente poder de China para modelar la región a su voluntad.
“Los días de la Marina de los Estados Unidos dominando los mares en el Pacífico Occidental llega rápidamente a su fin” y sus aliados de la región fortalecen sus defensas en consonancia, dice Davis.
“No hubiéramos tenido AUKUS si no hubiera sido por Xi Jinping. Nos ha hecho un gran favor en este sentido”.