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A días de la Candelaria, muchas personas llevan a su Niño Dios a restaurar

FOTO: VICTORIA VALTIERRA/CUARTOSCURO.COM

El 2 de febrero se celebra el Día de la Candelaria; a pocos días de esto, muchas personas llevan a su Niño Dios a restaurar.

Entre polvo, lijas, pintura, yeso y más de 40 años de experiencia Don Max y sus hermanos, restauradores de diversas piezas entre ellas el Niño Dios, han enseñado el oficio a sus hijos y, por qué no, a sus nietos.

“Yo creo que lo traen en la sangre, porque yo los vi a los nietos desde pequeñitos, cuatro años y ya querían poner una manita a un niño, uno de ellos hasta la pegó, a un niño de 15 le pegó una manita de 20 y pues se veía grande la mano, pero ya lo hacían y tenían 4-5 años. Sí, los regaño, cuando no hacen las cosas, a ver, eso no, quítalo y ponle esto, no abuelito, no, hagan las cosas bien, yo les digo, miren hay gente que compra lo mal hecho, pero usted, haga sus piezas como si fueran para galería”, dijo el restaurador, Maximino Vertiz.

Junto con su esposa Doña Lourdes, también restauradora desde hace más de 30 años, ha vivido muchas cosas, entre ellas, travesuras.

La restauradora María de Lourdes Quintanilla señaló “Nada menos ayer me pasó una cosa así, porque viene una señora con una letra, damos letras de los apellidos de las personas, entonces ya, el niño no está no está, no está, y ya, al otro día, aparece”.

“La gente me lo recomienda, me dice, le encargo a mi niño, porque es latoso y sí se me pierden, no los encuentro, por error, alguna situación se cambia de dueño”, puntualizó Adolfo Vertiz, restaurador.

Don Max, ha trabajado con el señor de la paciencia, que data de la conquista y le fue traído desde Oaxaca.

“Me emocioné, porque esa pieza a mi poco saber, admiro lo que otros hicieron, porque traía unos ojos con iris, con ojos perfectos. Era un cascaron de huevo, y en el cascaron de huevo venía dibujado el ojo, entonces, para mí, yo me maravillé”, agregó Maximino.

Adolfo, uno de sus hijos, trabaja con piezas que existieron, incluso antes de que su padre y madre nacieran.

“He restaurado casi un niño de 100 años, yo he tenido la oportunidad de restaurar en iglesias importantes, donde las imágenes datan ya de más de un siglo”, añadió Adolfo.

Los Niños Dios tienen historia.

“Hay gente que trae su niño hecho pedazos, totalmente y señor, ¿me lo puede restaurar? Pues sí, ¿pero no me le va a cambiar nada? No ¿van todas sus piezas? Sí… Les digo, mire, no se enoje, pero comprese una nuevo, no es que mi abuelita, se lo regaló a mi mamá , mi mamá me lo regaló a mí y yo se lo voy a regalar a mi hija”, concluyó Maximino.

Don Max ha tratado dejar el oficio y descansar desde hace 10 años, pero no se atreve, quiere seguir disfrutando la expresión de sorpresa de la gente al ver el trabajo, y seguir guiando a su familia para dejarles el toque de su herencia.

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