El muro que separa a México y Estados Unidos comienza, del lado oeste, en Playas de Tijuana. En este lugar, antes de la pandemia, durante los calurosos veranos, las familias se reunían los fines de semana en las playas, acompañadas de bandas sinaloenses o tríos norteaños y de cervezas frías, para descansar y disfrutar de las aguas del Pacífico. El escenario si bien es contrastante y doloroso, por el muro físico que rompe con el paisaje de la tarjeta postal, era elegido por cientos de personas, para pasar un cálido día de verano.
Sin embargo, el escenario playero se irrumpe por los vertederos de drenajes y pequeños arroyos, que se conectan con los comercios locales y con los fraccionamientos -cuyos espacios son habitados, en su mayoría, por estadounidenses que han elegido vivir del lado mexicano o por grupos de clases medias o altas que poseen el privilegio económico, para comprar departamentos o casas con vista al mar-.
Además, en la playa se observan desechos de plástico, llantas, restos de basura o de animales muertos y otros desechos que contaminan estos espacios.
En el Día Mundial de los Océanos, que se conmemora en virtud de la resolución que se dio en el 2008, por parte de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se vuelve imperioso volcar la atención sobre uno de los problemas que aquejan al país, principalmente, a esta zona del noroeste, ya que la contaminación del mar se da, mayoritariamente por los desechos de aguas residuales. Además se da en medio de un panorama oscuro con respecto a la escasez de agua potable en la entidad.
Cabe destacar que la conmemoración de esta fecha fue propuesta en 1992, durante la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, para celebrar los océanos que comparten los países y la relación humana con el mar, así como para valorar su importancia y promover la protección de los mismos.
Contaminación de aguas residuales en Tijuana y Rosarito
Se estima que, aproximadamente, mil 800 litros por segundo de aguas residuales se vierten al mar y provienen de los fraccionamientos de la zona, que van desde playas de Tijuana hasta Rosarito, negocios locales y falta del tratamiento de las aguas residuales, un problema que prevalece en dicho lugar.
En algunas fotografías, que circulan en redes sociales, tomadas por el fotógrafo Omar Martínez, se observan los desechos sobre la playa, en Real del Mar, una de las partes más contaminadas en Tijuana:
Las aguas residuales que se desechan en la zona provienen de la planta de tratamiento de Punta Bandera, pero también del Río Tijuana. La primera, inició sus operaciones en 1988, sin embargo, ha funcionado ineficientemente y su capacidad ha sido rebasada por lo que el líquido residual que es vertido al Océano por la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana (CESPT). En 2019, fue denunciado, a través de distintos medios de comunicación locales que este problema lo ha informado antes Conagua, sin embargo, sólo han existido multas y no se han llevado a cabo otras acciones para resolver el problema con esta planta.
En lo que respecta al Río Tijuana, según datos de Conagua, la cuenca del Río Tijuana tiene una superficie de 4 mil 452 kilómetros cuadrados, de los cuales 73% se localizan en Baja California, y 27% en California, Estados Unidos. Cabe señalar que su naturaleza transfronteriza ha generado controversias entre México y EUA. Pese a que se han realizado algunas acciones, referentes al manejo y disposición de residuos sólidos y la calidad del agua, así como del control de aportación de sedimentos, el problema de las aguas residuales persiste.
En temporada de lluvias, cada año, el problema se magnifica ya que el río y las aguas residuales suelen derramarse y llegar hasta San Diego, además de las afectaciones en la ciudad tijuanense.
En Tijuana hay 18 plantas de tratamiento de aguas negras para la población, que funcionan ineficientemente, sin embargo, hay plantas que no pertenecen a la CESPT, y que operan tanto en Rosarito como Tijuana, sin regulación, según lo declarado en distintos medios de comunicación locales.
El conflicto se acrecienta por la expansión de desarrollos inmobiliarios que descargan estos residuos al mar. Miles de viviendas, incluidos asentamientos regulares e improvisados, carecen de tuberías y sistemas de drenajes por lo que se vierten heces, orina y basura en arroyos y cañones que desembocan al mar con cada lluvia. Controlar los permisos de cambio de uso de suelo, para construir fraccionamientos en lugares donde no existen drenajes conectados a plantas de tratamiento, fue una de las soluciones que daba Desarrollo Urbano y Ecología del Ayuntamiento de Tijuana, en aquel entonces.
Sin embargo, el problema persiste. Son ineficientes las operaciones de las plantas de tratamiento de agua residual y la red de alcantarillado y drenaje es obsoleta. Hasta el 2019, se había planeado el Proyecto Morado que contempló aprovechar 20% de aguas negras tratadas, pero sólo se aprovechaba 7%. Además el gobierno de entonces no destinó recursos para ampliar proyectos que reusaran el agua tratada.
Una de las situaciones más complejas que atraviesan los océanos es la contaminación por aguas residuales. Las consecuencias de este tipo de contaminación son cada vez más preocupantes ya que estas aguas proviene de residuos domésticos, industriales, agrícolas y pecuarios que contienen elementos y sustancias químicas disueltas y sólidos suspendidos que llegan a las aguas superficiales. En diversas ocasiones Cofepris ha monitoreado las playas de ambos municipios y ha determinado que no son aptas para el uso recreativo, debido a los altos niveles de contaminación en el mar.