Internacional

Israel, un territorio LGBTIQ+ entre religiones y hostilidades

Israel es el epicentro de las tres principales religiones monoteístas del mundo, el cristianismo, el islam y el judaísmo, pero también se ha convertido en uno de los lugares preferidos de la comunidad LGBTIQ+ para tomar las calles y exigir sus derechos.

Cada año, en la segunda semana de junio, visitantes de la comunidad LGBT+ de todos los rincones del mundo acuden a uno de los desfiles del orgullo gay más grandes del Planeta: el que se lleva a cabo en las calles de Tel-Aviv, donde se reúnen más de 250 mil miembros de la comunidad.

Y en los recientes años, la comunidad LGBTIQ+ no sólo se ha adueñado de las calles, restaurantes, bares, hoteles, galerías y playas de Tel-Aviv, sino que ha logrado conquistar un territorio impensable y que ha sido disputado desde hace siglos: Jerusalén, la “Tierra Santa”.

Rafael Anibal, fundador de la ONG “The Equality Advocacy Project”, que trabaja por los derechos de la comunidad LGBTIQ+, platicó con Once Noticias para contar su experiencia en Israel, y es que aunque es ciudadano español, sus actividades profesionales lo han llevado a visitar con regularidad este país del Medio Oriente y vivir de cerca sus dos caras: la fiesta de la comunidad, pero también su contraparte hostil por parte de los religiosos judíos, cristianos y musulmanes.  

Como activista he tenido oportunidad de conocer muchos países y comunidades LGTBQ, y sin duda puedo decir que la israelí es de las más empoderadas del mundo. Tanto a nivel de derechos como de estatus social. Pero no hay que olvidar que se encuentran en un territorio que no es precisamente propicio para homosexuales”, señaló Rafael Aníbal.  

“En los países vecinos se aplica la pena de muerte por mostrar simplemente afección por una persona del mismo sexo. De ahí que la israelí sea siempre una comunidad a la que he admirado profundamente. Están en todos los estratos sociales y son muy vocales a la hora de denunciar las vulneraciones de derechos”.

El activista español cuenta que por parte del gobierno israelí son menos las hostilidades en contra de la comunidad LGBTIQ+, sino éstas vienen más bien por parte de la comunidad religiosa, de la que prefieren mantenerse lejos, a pesar de que Israel y sus ciudades Tel- Aviv y Jerusalén son territorios pequeños en donde difícilmente pueden apartarse los unos de los otros.

“(Los religiosos) nos demonizan (a la comunidad LGBTIQ+) como en todas partes del mundo, no son tolerantes. No hay (agresiones por parte de los religiosos) porque no se cruzan. Y muchos LGBT+ que vienen de familias religiosas, dejan la religión. Los religiosos en Israel no son tolerantes, pero en cambio la sociedad civil sí lo es y mucho”, agrega Rafael.

 

Marchan en Jerusalén

La marcha del orgullo gay en Tel-Aviv es mucho más antigua que la de Jerusalén pues se celebra desde hace más de 30 años, desde 1993, sin embargo, en Jerusalén comenzaron pequeñas marchas por sus calles desde 2002, aunque fue en 2005 cuando comenzó a planearse de manera más masiva y en ése primer desfile en la llamada Ciudad Santa un judío ultra ortodoxo apuñaló a tres personas que participaban en la marcha.

A diferencia de Tel-Aviv, marchar en Jerusalén resulta un poco más complicado pues los grupos religiosos se oponen a ello y realizan protestas, por lo que el Gobierno debe reforzar la seguridad.

Por ejemplo, este 2021 acudieron alrededor de 7 mil 500 personas al desfile del orgullo gay en Jerusalén y se celebró con un fuerte dispositivo de seguridad conformado por más de tres mil agentes de la policía.

En esta ocasión, el desfile en Tierra Santa inició con una ceremonia en memoria de Shira Banki, una chica de 16 años que fue asesinada a puñaladas en 2015 por un extremista ultraortodoxo.

En Israel en realidad se celebran dos Pride. Uno en Jerusalén, con muchísimo más peso político y religioso, no hay que olvidar que es la ciudad capital de la tres religiones monoteístas, y otro en Tel Aviv, más florido, divertido y sexy. En Tel-Aviv el desfile también es político pero el turismo y la llegada de activistas de todo el mundo lo ha terminado por convertir más en una fiesta que en una reivindicación. La ciudad se vuelca y está tremendamente orgullosa de su papel en la lucha por los derechos LGTB+”, agregó el activista Rafael Aníbal.

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