
Las imágenes de lo ocurrido esos días en Atenco le dieron la vuelta a todo México y al mundo. Decenas de policías, echando mano de toda la fuerza del Estado para reprimir y disolver una manifestación de campesinos que sólo pedían se cumplieran los acuerdos para poder vender sus flores en el Mercado de Texcoco.
Enrique Peña Nieto era el gobernador del Estado de México y él dio la orden de la represión, avalada por Vicente Fox, quien entonces era el presidente de la República.
Fue una decisión de Estado, bajo premisas consideradas y donde la Suprema Corte, bien señalas, no avaló la decisión tomada, pero más bien deslindó las responsabilidades a los que tuvieron falta a los derechos humanos.
Pero lo que nunca dijo Peña Nieto, ni reconoció, ni sancionó, fue que hubo abuso de autoridad, violaciones a los derechos humanos y uso excesivo de la fuerza.
Este conflico no se podría entender sin remontarse a 2001, cuando el expresidente Vicente Fox, anunciaba la construcción de un nuevo aeropuerto en Texcoco, por lo cual se expropiarían terrenos de la zona que afectaban a los pobladores de San Salvador Atenco.
Inmediatamente después, ejidatarios de Atenco, Tocuila, Nexquipayac, Acuexcomac, San Felipe y Santa Cruz de abajo iniciaron manifestaciones y bloqueos oponiéndose al proyecto federal, dichos campesinos y campesinas conformaron el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Lograron que el proyecto fuera cancelado.
Posteriormente, este grupo de campesinos fue asediado por las autoridades, que querían disolver el Frente para continuar con el proyecto del aeropuerto. Y así, en mayo de 2006, cuando comerciantes de flores se preparaban para realizar su vendimia, un operativo policiaco impidó a los floristas llegar al mercado municipal.
La demanda de los floristas era muy concreta, donde se les pedía a las autoridades locales que les permitieran vender productos, en este caso flores, arreglos, algunos productos comestibles, surante los mayores días de venta que eran más de tres mil 500 efectivos de la policía atacaron a los pobladores, dejando un saldo de dos jóvenes asesinados y 207 detenciones, 47 eran mujeres de las cuales 26 denunciaron haber sufrido torturas y agresiones sexuales por parte de algunos miembros del cuerpo de policía.
La aceptación
Poco más de un mes después, el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, afirmó en Nueva York que él había ordenado el operativo. Expresó: “Yo diría que, en términos generales, el saldo del operativo fue positivo, fue favorable, porque permitió alcanzar el objetivo, que era restablecer el orden. Ni la autoridad ni la población de Atenco podían ser rehenes de los intereses de un grupo que había violentado el estado de derecho”.
Lo que es cierto es que no había un orden que restablecer. Había una manifestación que había que atender. No había ninguna razón ningún motivo para que la policía entrar al pueblo.
Hoy, hay una deuda histórica con los pobladores de San Salvador de Atenco. Hay un pendiente por investigar las responsabilidades como en otros muchos casos desafortunadamente. No solamente de los que cometieron los excesos de manera material, sino también sobre todo de quien es ordenaron que esto ocurriera en toda la cadena de mando hasta llegar a Peña Nieto en su carácter de gobernador en aquel entonces.