La farsa de la “verdad histórica” sobre Ayotzinapa no ha sido la única gran mentira en los tiempos recientes de nuestro país. Con Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se recurrió a infinidad de mentiras para ocultar la verdad de diversos crímenes de Estado.
Aguas Blancas, el Charco, el Bosque, Tlatlaya, Atenco, Acteal, son algunos ejemplos de los montajes de gobiernos pasados para encubrir crímenes, para dar impunidad a los responsables o para ocultar la negligencia del gobierno en turno. Todo bajo el amparo de una política de represión y sangre ordenada por mandos civiles.
Esta es una de esas, las otras mentiras históricas:
La represión de Atenco, 3 y 4 de mayo de 2006, las mentiras de Enrique Peña Nieto… La complicidad de Vicente Fox.
Las imágenes de lo ocurrido esos días en Atenco le dieron la vuelta a todo México y al mundo. Decenas de policías echando mano de toda la fuerza del Estado para reprimir y disolver una manifestación de campesinos del municipio de Atenco, que sólo pedían se cumplieran los acuerdos para poder vender sus flores en el mercado de Texcoco.
Al ser desalojados de Texcoco, los campesinos avanzaron hacia la carretera y ya en el municipio de Atenco iniciaron una marcha-manifestación y bloqueo sobre la carretera. Y ahí, se les buscó disolver a toda costa; sin límites en el uso de la fuerza.
Enrique Peña Nieto era el gobernador del Estado de México y él dio la orden de la represión.
“Fue una decisión de Estado, bajo premisas consideradas y donde la Suprema Corte, bien señalas, no avaló la decisión tomada, pero más bien deslindó las responsabilidades a los que tuvieron falta a los derechos humanos”, dijo en su momento Peña Nieto.
Pero lo que nunca mencionó, ni reconoció, ni sancionó, fue que hubo abuso de autoridad, violaciones a los derechos humanos de cientos de manifestantes, muchas de ellas mujeres, violaciones sexuales, uso excesivo de la fuerza, e incapacidad para solucionar por la vía del diálogo el conflicto.
Sin embargo, este problema no se podría entender sin remontarse a 2001, cuando el expresidente Vicente Fox, anunciaba la construcción de un nuevo aeropuerto en Texcoco, por lo cual se expropiarían terrenos de la zona que afectaban a los pobladores de San Salvador Atenco.
Inmediatamente después, ejidatarios de las poblaciones de San Salvador Atenco, Tocuila, Nexquipayac, Acuexcomac, San Felipe y Santa Cruz de Abajo iniciaron manifestaciones y bloqueos de vialidades en contra del anuncio, oponiéndose al proyecto federal; dichos campesinos y campesinas conformaron el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra e iniciaron movilizaciones hasta que lograron que el proyecto fuera cancelado.
Sin embargo, este grupo de campesinos fue asediado desde ese entonces por las autoridades que querían desestabilizar la zona y disolver el frente para continuar con el proyecto del aeropuerto.
Y así, en mayo de 2006, cuando comerciantes de flores se preparaban para realizar su vendimia los primeros días de mayo, un operativo policiaco impidió a los floristas llegar al mercado municipal.
“La demanda de los floristas era muy concreta, donde se les pedía a las autoridades locales que les permitieran vender productos, en este caso flores, arreglos, algunos productos comestibles, durante los mayores días de venta que eran”, explicó César del Valle, habitante de San Salvador Atenco.
Y continuó: “sucedió que, digo está grabado además, esta dicho eso por los propios funcionarios, que se iba a respetar ese acuerdo, es decir que se iba a respetar que se pudiera dar los permisos necesarios para que los comerciantes pudieran hacer su vendimia, durante los días más importantes de ese mismo mes”.
Más de tres mil 500 efectivos de la policía atacaron a los pobladores, dejando un saldo de dos jóvenes asesinados y 207 detenciones; 47 eran mujeres de las cuales 26 denunciaron haber sufrido torturas y agresiones sexuales por parte de algunos miembros del cuerpo de policía, todo orquestado desde el gobierno estatal.
Sin embargo, y con mentiras, el gobierno mexiquense aseguraba que sólo estaba repeliendo las agresiones de los pobladores, que sin razón alguna habían comenzado una disputa con los cuerpos policiacos, por lo que se tuvo que tomar la decisión de desplegar más efectivos para controlar a los pobladores.
Poco más de un mes después de la masacre de Atenco, el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, afirmó en Nueva York que él había ordenado el operativo.
“Yo diría que, en términos generales, el saldo del operativo fue positivo, fue favorable, porque permitió alcanzar el objetivo, que era restablecer el orden. Ni la autoridad ni la población de Atenco podían ser rehenes de los intereses de un grupo que había violentado el Estado de Derecho”, sostuvo.
“Y lo único que salió a decir el estado, en caso del Gobierno federal fue, bueno fue una situación, un conflicto aislado, donde hay algunos líderes y están buscando generar un protagonismo, lo más contundente fue por parte del Estado de México, que en ese momento Peña Nieto salió a decir: Era mi obligación, yo ordené el operativo. Así lo dijo de manera textual”, añadió César del Valle.
Sin embargo, los pobladores de Atenco siempre llamaron al diálogo, pidieron en repetidas ocasiones a las autoridades detener el operativo policiaco y las agresiones, algo que no sucedió y lo que provocó el enfrentamiento.
“Lo que es cierto es que no había un orden que restablecer, había una manifestación que había que atender, no había ninguna razón ningún motivo para que la policía entrar al pueblo”, indicó Michael Chamberlin, consultor experto en Derechos Humanos.
Hoy, hay una deuda histórica con los pobladores de San Salvador Atenco.
“Hay un pendiente por investigar las responsabilidades como en otros muchos casos desafortunadamente, no solamente de los que cometieron los excesos de manera material sino también sobre todo de quienes ordenaron que esto ocurriera en toda la cadena de mando hasta llegar a Peña Nieto, en su carácter de gobernador en aquel entonces”, manifestó Michael Chamberlin.