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Barra de Opinión de Once Noticias | Felipe Ávila

Este 13 de julio se cumplen 80 años del fallecimiento de Juana Belén Gutiérrez, una destacada militante revolucionaria quien fue maderista, zapatista, periodista de combate y precursora en la lucha por los derechos de las mujeres mexicanas.

Este 13 de julio se cumplen 80 años del fallecimiento de Juana Belén Gutiérrez, una destacada militante revolucionaria quien fue maderista, zapatista, periodista de combate y precursora en la lucha por los derechos de las mujeres mexicanas.

Nació en San Juan del Río, Durango, el 27 de enero de 1875. Por línea materna tenía sangre indígena de los caxcanes. De niña asistió a la escuela de la hacienda de San Pedro el Gallo, Durango. La muerte de su padre dejó en la miseria a la familia, por lo que trabajó como empleada doméstica en Durango, dándose tiempo para leer y escribir.

En 1892, se casó con Cirilo Mendoza, un minero con quien procreó tres hijos y participó en la lucha de los trabajadores de las minas en Sierra Mojada, Coahuila. Trabajó como costurera y vendía leche de chiva. A los 22 años comenzó a publicar artículos contra la dictadura porfirista en El Diario del Hogar y El Hijo del Ahuizote, lo que le valió su primer encarcelamiento. En 1898 fue nuevamente encarcelada, por lo que trasladó a Guanajuato en 1901, donde vendió sus chivas y compró una pequeña imprenta, con la que fundó y dirigió el periódico Vésper, con el lema ¡Justicia y Libertad!

La represión del gobierno se le vino encima, por lo que tuvo que trasladarse a Ciudad de México y en 1903, exiliarse a Estados Unidos, donde continuó publicando Vésper. Regresó a México, donde, junto con Dolores Jiménez y Muro fundó el grupo Socialismo Mexicano, y con quien participó también en el grupo feminista Hijas de Cuauhtémoc, que se unió al maderismo.

Desde las páginas de Vésper, mientras trabajaba y estudiaba, apoyó la campaña de Madero a la presidencia. Fue nuevamente arrestada por llamar a la insurrección con el Plan de Tacubaya en marzo de 1911. Desde la prisión le escribió a Madero: “las víctimas del 27 de marzo los saludan desde su prisión, y nosotras, que les hemos dado vida como madres, amor como esposas y tiernísimos afectos como hermanas, os saludamos también porque tenemos la convicción de saludar en vos a la libertad de nuestros deudos y de nuestra patria”.

Después del asesinato de Madero se unió al zapatismo, movimiento con el que había simpatizado desde meses atrás y en el que colaboró en la elaboración del Plan de Ayala. En el Ejército zapatista promovió la lucha por los derechos de las mujeres y obtuvo el grado de coronela. Fue nuevamente arrestada por el gobierno de Carranza en 1916.

Al salir de prisión, promovió una colonia agrícola en Morelos y en 1922 se sumó como maestra misionera en la campaña de alfabetización de Vasconcelos en Jalisco y Zacatecas.

En los años siguientes continuó su labor como educadora, sobre todo, para que la educación llegara a las mujeres, particularmente las indígenas.

Esta mujer extraordinaria e incansable, murió en la pobreza en la ciudad de México el 13 de julio de 1942.

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